Asistimos a una perversión
intencionada y sostenida del orden
democrático, que daña los derechos
civiles y ciudadanos y la equidad social. Este suceso en este primer cuarto del
siglo XXI, es solo equiparable en la historia reciente, al “Bienio Negro” de la
II República. Etapa que fue caldo de cultivo y coartada para el sangriento enfrentamiento civil tras al golpe militar de 1936, orquestado por los sectores
más reaccionarios del país, monárquicos, latifundistas, clero, ejercito,
empresarios anquilosados…
Rajoy inicia en 2011, un
recorrido que con los datos a la vista cabe calificar como el más funesto y poco honorable de la democracia.
En el que se pudren los pilares del sistema democrático, los valores que lo
informan y con minucioso desprecio se
desmonta la solidaridad en sus diversas expresiones que conforman la democracia
social que se plasma en el estado de bienestar.
El filósofo y antropólogo Pierre
Clastres, define como etnocidio la destrucción sistemática de los modos de vida y
pensamiento de gentes diferentes…Si el
genocidio se aplica a liquidar los cuerpos, el etnocidio se aplica en matar el
espíritu. Rajoy y sus colaboradores necesarios para ello, son etnocidas de la democracia. La pervierten
anegándola de actos corruptos, a los que
no es ajena ninguna institución en la que estén presentes. Envilecen sin tregua
la independencia del poder judicial, desandan la despolitización del ejército,
la laicidad del estado, la cohesión
social… Su acción devasta con oleadas de indiferencia moral y cinismo, el valor
de la ley, que retuercen sin pudor en busca de recovecos de impunidad. Hacen de
la ética burda caricatura. Difícil registrar actos tan soeces como los
auspiciados por esta derecha ultra-liberal.
Prostituyen y devalúan el
Parlamento convirtiéndolo en inútil congregación de la impotencia. Que la
inmensa mayoría de sus señorías evidencien la catadura inmoral y reprueben comportamientos
políticos como el del titular de Justicia y su bochornosa actuación…Los indecentes
comportamientos y prácticas del Ministro de Hacienda, látigo de los
contribuyentes modestos y lacayo esmerado de las fortunas turbias. Del
bochornoso espectáculo del Ministerio
del Interior… La respuesta es la indignidad de un Presidente ayuno de una mínima decencia democrática, que con un despectivo
encogimiento de hombros, cuatro palabras esquivas y displicentes, una cita a
Venezuela, se vuelve del atril a su escaño, seguramente con silenciosa invocación al verbo profundo de
Andreita Fabra, “que se jodan”… Con cínica
frivolidad, igual condecoran a una Virgen que a un notorio esbirro de la brutal
dictadura de Strossner cuando la Operación Cóndor, al dictado de la CIA, llenaba de terror y sangre el Cono Sur. Y lo hacen a sabiendas. Tras numerosas
denuncias sobre el particular, en poder del Ministro de Exteriores y el
gobierno.
Rajoy y su partido, fundado por los “siete magníficos”, que atendiendo a sus biografías no eran sino
siete notorios fascistas ejercientes en
la dictadura, se enfrentan sin que se le alteren las pestañas, a centenares de
procesados por corrupción en diversos niveles, con casos como la Comunidad de
Madrid o Valencia con tramas que semejan sistémicas. Ni uno de sus Tesoreros se
halla fuera de sospecha. Su financiación es manifiestamente dudosa más allá de
cualquier duda de ordenadores despedazados a martillazos.
El drama de la derecha
democrática española, un segmento
importante y respetable de nuestra sociedad, es que a diferencia de otros países
homólogos de la C. E., está secuestrada
por un partido de comportamientos y tics de ultraderecha que muestra sin pudor añoranza por la época en la que tan cómodos
estaban sus fundadores. Que contempla con laxitud los exabruptos fascistas que
se producen, - y no ocasionalmente-, en muchos de sus miembros. Que rascando la piel de algunos de sus más destacados
dirigentes, es fácil advertir su origen. Gentes para quienes la Constitución no
es una herramienta de consenso social sino un bate para golpear a diestra y
siniestra sin el menor rubor. Empezando por los que si creen en ella y la hicieron
posible. Que odian ferozmente la
historia, cuando esta pone negro sobre blanco los crímenes cometidos contra los
que defendían la llama de la Libertad.
En los años
que lleva gobernando, Rajoy se ha esmerado como primer objetivo, en dinamitar de
hecho la democracia. Parasitando perniciosamente la Administración Pública y la
Justicia. Entorpeciendo la vida parlamentaria. Entregando los intereses
públicos a la voracidad especulativa de empresas privadas y grupos financieros. Amparado en la
complicidad de grupos mediáticos afines o jugosamente amansados. Con actos que no
son excepción, sino regla. Ejecutados con pretexto de atajar una grave crisis económica, pero sirviéndose de tal coyuntura para implantar una ideología neoliberal
descarnada, ajena a nuestra cultura de solidaridad. Que arroja del sistema a la ciudadanía menos favorecida bajo
la brutal premisa de que el derecho a la educación de calidad, la atención
sanitaria en condiciones idóneas, las pensiones, la dependencia, solo deberá estar disponibles para los que
puedan pagarlas….
Ni creen ni les importa la
democracia. La soportan como una pejiguera con la que convivir temporalmente
mientras la arrasan, para poder hincar
sus fauces y habilitar sus roídas a los dineros públicos. Del estado, les
interesa ordeñar sus ubres. Su afán devorador de lo público solo es comparable
al odio hacia lo público cuando este tiene un fin social. Les da lo mismo el
terrorismo como el independentismo catalán. Del primero, destacados miembros
conservadores hicieron pingue negocio con la seguridad privada. Con discurso
farisaico, entorpecieron siempre el trabajo de quienes buscaban en serio la paz.
Pero nunca cejaron en el zafio uso de las víctimas para seguir arañando
voluntades fundamentalistas. Cataluña es
algo que visceralmente repele a su centralismo cerril. Y les resulta tedioso intentar
un relato racional. Solo suman insolencia y estupidez para culpar a otros. Muestran su auténtico rostro de “demócratas”
con el tema del Estaut. Aprobado por el Congreso de los Diputados y por referéndum
de la ciudadanía catalana, pierden las nalgas por llevarlo a un Tribunal
Constitucional, cuya composición en aquel momento era oprobio de un sistema
judicial serio. Son los mismos que hoy claman por la presencia del Sr. Puigdemont
en el Congreso y que se vote su propuesta… ¿Para qué? ... ¿Para volver a
pasarse la votación por el arco de triunfo, si no es de su gusto?
Estos años están siendo una lacra
insoportable para el país. Lo empobrecen, degradan su futuro y anulan su
prestigio en el exterior. Pero lo más patético. Van modelando una sociedad que
se resigna a asistir a su labor de zapa y demolición a plena luz. Con alevosía
e impunidad socavan perversamente los valores democráticos, la solidaridad y el
bien común hasta límites difícilmente imaginables.
La hipotética mayoría alternativa
en la Cámara, en la línea de D. Tomás de Iriarte anda especialmente interesada en reconocerse si son “son galgos…o
son podencos”, cuando no en el
hematólogo, comprobando la pureza de sus hematíes…
Solo faltan a la cita, D. Antonio Machín y sus maracas.… Y así
pasan los días, y yo desesperando, y tú contestando, quizás, quizás, quizás….
Antonio Campos Romay
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