Como un folletín por entregas, este
tema devora desde hace varios años
amplias cotas de interés de políticos y
ciudadanos. Nada extraño. El “tema
catalán” es algo recurrente en nuestra historia común.
Alcanza ya características geométricas.
Es una autentica cuadratura del círculo. Pero que no debiera hacer olvidar en
un apriorismo indebido, que una cuadratura del círculo tiene dos visiones. La
que recuerda que no existe un método geométrico que permita la solución, es
decir, relacionar un círculo y un cuadrado de igual área, utilizando solo regla
y compás. Un problema formalmente irresoluble que mantuvo en vilo a matemáticos y geómetras desde Grecia a la
actualidad. Una cuadratura imposible de resolver…a la manera griega. Cuando los
problemas geométricos se resolvían únicamente a base de una regla y un compás. La
propia RAE recoge que “la cuadratura del
círculo se usa para indicar la imposibilidad de algo”.
La cuadratura del círculo es
imposible si como únicas herramientas apelamos a la regla y al compás y nos
ceñimos a las normas que se establecieron en la antigua Grecia. ¿Pero qué
ocurre si obviamos esa restricción? ¿Qué pasa con esta construcción si abrimos la
imaginación y no somos cicateros? Pues…
pudiera ser que la cuadratura del círculo fuese posible.
Claudi Alsina, un divulgador de matemáticas, doctorado en la
Universidad de Barcelona, y que está empeñado en demostrar, como hace el
profesor D. José María Barja en este y otros medios, que las matemáticas no son aburridas ecuaciones
sin aplicación en la vida cotidiana, sino filtros perceptivos a fin de observar
con mayor tino la realidad aplicando la cabeza en su gestión. El Sr- Alsina en
sus “Vitaminas matemáticas”, amén de muchas otras curiosidades, muestra a
través de abstrusas fórmulas para los profanos, que es posible solventar la
cuadratura. Yendo más allá de la regla y el compás…sin trampas…avisando cual es
la trampa.
Los “políticos”, ante el tema
catalán de nuestros días, la mayoría de la “villa y corte”, y no pocos de la villa que aspira a ser corte,
se enrocan en visiones que en ocasión se enlazan al esperpento. La Sra.
Cospedal es buena muestra, desempolvando lo más rancio y casposo del baúl
terapéutico de la momia del Pardo. Tampoco van a la zaga algunos personajes que
aspiran a ser “próceres”, émulos de los Padres de la Independencia americana. Más
parece una obstinación en mundos paralelos…el de los políticos y el de la ciudadanía…
El de los que nos condenan a su histrionismo huero y el de los que anhelan la
presencia del sentido común
Como en el mundo de Alicia, hay
un salón delante del espejo y otro detrás. En uno (la política) todo funciona
al revés, la realidad se ha invertido. Así que no es extraña la alarma de la
ciudadanía asistiendo estupefacta como se la llevan al mundo al revés, sin la
menor mesura, arrastrada por políticos que parecen nacidos con un espejo en el
cerebro, que es la proyección de su yo
en las cosas del común. Estúpidos
Narcisos cuya miopía no ve más allá, enamorados de sí mismos hasta el final…pero
narcisos al fin, su estupidez no es final solitario, sino lesivo para el
entorno.
La política desde que Aristóteles
en el siglo V (a.C.) dio carta de naturaleza al término, se entiende como una manera de ejercer el poder con la
intención de resolver o minimizar el choque entre los intereses encontrados que
se producen dentro de una sociedad. Es la Política. Con mayúsculas. La que
prescindiendo del piñón fijo de la regla y el compás, es capaz de ampliar horizontes, usando sentido común,
inteligencia, decencia cívica. La que
tiene presente que no hay más patria que el bien común, que no hay más bandera
que el interés colectivo, ni más himno que la sinfonía de la tolerancia, la
convivencia y la solidaridad.
Seguramente es ingenuo exigir de
la imbecilidad de “narcisos”, de fundamentalistas empeñados en “unidades de
destino en los universal” o en tender divisorias alambradas de espino, “barones” arraigados en el medievo,
“politólogos” y demás especies que pululan el escenario de una política estéril, renuncien a sus
filias y fobias y a sus intereses
particulares en aras de atender a los del común. Tan ingenuo como pedir se abdique de la testosterona
mudándola por neuronas asociadas al
dialogo, el pensamiento y la seducción. De todas formas, -aún palabra en el
vacío-, cabría reiterar la invitación a explorar los caminos que pueden llevar
a la solución de la cuadratura… sabiendo desde la sapiencia machadiana, que el
camino se hace al andar… Aunque que sea de lamentar que esto exija de tan
honorable pléyade, estudio, trabajo, vocación, sensatez y coherencia.
Dos grandes pensadores formularon
hace muchos siglos unas recomendaciones muy actuales y sensatas. Quizás por
ello, se están siguiendo con indigno entusiasmo en dirección contraria… Platón
en su obra “La República”, manifiesta, “la
forma en la debe gobernarse un pueblo es a través de la observación de la
realidad y la puesta a prueba de cambios y mejoras idealistas y que dicho
trabajo debía estar a cargo de los seres más sabios de esa sociedad”... Aristóteles,
que gustaba enfocar la política de forma científica, cultural, social, y
poniendo siempre de relieve la ecuación causa efecto, hacia gran hincapié en “la necesidad de crear una clase media que
atenuase la brecha existente entre los más ricos y los más pobres” Así lo
expone en una de sus obras, que no ociosamente se titula también, “La República”.
Siguiendo tan nobles estelas Gramsci
en la década de los 70 del siglo pasado señalaba como razonable que exista un grupo que ejerza la hegemonía
pero que esto no debe, “escaparse de las
manos” a la ciudadanía. Al tiempo ponía énfasis en descartar la violencia
como medio para conseguir objetivos.
Pareciera obvio subrayar que la
actividad política sólo puede hacerse realidad mediante el establecimiento de
normas jurídicas que establezcan límites y acoten derechos y su ejercicio. Pero a renglón seguido es necesario poner
énfasis, en que las normas, desde las de máximo rango a las mínimas están al
servicio de la convivencia ciudadana y para facilitar esta. Y no la ciudadanía
esclavizada de ellas. Y más patético resulta sacralizarlas de forma artificial
y anómala, cuando no son ídolos, sino herramientas perfectibles y sustituibles
cuando agotan su eficacia.
Eso ya aconteció en este país… Se
llamaban Principios Fundamentales del
Movimientos… inmutables y eternos…
Antonio Campos Romay
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