domingo, 17 de diciembre de 2017

La importancia de un congreso



 En abril de 1916 “La Unión Obrera”, órgano de expresión de la UGT entonces, daba cuenta de las propuestas presentadas por las diversas organizaciones de trabajadores para que fueran aprobadas en dicho congreso, así como el Comité Nacional (entonces no había Comisión Ejecutiva) exponía una “memoria” de su trabajo desde el anterior congreso, celebrado en 1914. 
 
El de 1916, mientras Europa se desangraba en la Gran Guerra, era el XII y tuvo algunas características que lo hacen especialmente importante. La sociedad de mineros subterráneos de Bilbao hizo una propuesta para que se aprobase como arma legal el sabotaje, de la misma forma que habían hecho los trabajadores de las minas de Riotinto (Huelva). No he tenido ocasión de comprobar si dicha propuesta se aprobó o no, pero la asociación de los mineros de Riotinto estaba, en esos momentos, enfrentada a la dirección de la UGT porque esta no aprobaba ciertas actuaciones de aquella. En todo caso la propuesta pone de manifiesto el grado de hostilidad entre trabajo y capital que se vivía en aquella época. 
 
La sociedad de trabajadores en piedra y mármoles, de Vizcaya, propuso que, en vista de la infinidad (es su expresión) de sociedades obreras no adheridas a la UGT, que se les permitiese participar en el congreso como una forma de atraerlas al interior de la organización, y otra propuesta consistió en que se incluyese a los trabajadores del servicio doméstico en la Ley de Accidentes de Trabajo, de forma que si no se conseguía respuesta positiva por parte del Gobierno, la representación obrera debía retirarse del Instituto de Reformas Sociales. Sabiendo que hoy no tienen derecho al paro obrero los miembros de este colectivo, aquella propuesta fue una verdadera adelantada a su tiempo.
 
Se propuso que se organizase una campaña para conseguir una legislación de accidentes del trabajo parecida a la de Noruega y Finlandia (así se decía), que contemplara incluir a los pescadores. Los de Asturias y Galicia, que se citan en el congreso, ya habían empezado sus reivindicaciones en este sentido. El congreso decidió aprobar una reclamación al Gobierno para que se estableciese una reglamentación del trabajo de los alpargateros en las cárceles, que incluía iguales precios que en la industria libre (la propuesta fue hecha por la sociedad de “constructores” de suelas de Elche). 
 
Como el incumplimiento de la Ley de Protección en el trabajo era una constante (más aún que hoy) se propuso que la UGT debía por todos los medios conseguir defender, ante todo, a las mujeres y a los niños, que los patronos de la época veían más vulnerables que a los hombres. La sociedad de constructores de calzado y dependientes de las zapaterías de Madrid propuso, por su parte, que se incorporasen obreras en las Inspecciones de Trabajo como medio de que dichas inspecciones fuesen más eficaces.
 
Otra propuesta se refirió a la reglamentación del trabajo en la marina mercante y de pesca, haciendo hincapié en la necesidad de exigir higiene en los alimentos y dormitorios de la tripulación. ¿Qué condiciones eran las de los trabajadores de la mar, lejos de la oficina o Casa del Pueblo donde poder exponer sus quejas? Y en relación a estos mismos colectivos se propuso que los juicios que hubieran de tener lugar no fuesen ante tribunales militares, más duros y con una legislación antisocial, sino ante jueces civiles. 
 
Se pidió representación obrera entre los inspectores de las minas, pero que no fuesen “capataces o vigilantes”, sabido que estos solían actuar al dictado de los patronos sin más miramientos…
 
El Comité Nacional leyó la “memoria” de sus actuaciones desde el congreso de 1914 (29 de junio), donde se había aprobado una propuesta contra la guerra de Marruecos, a donde eran enviados como tropa hijos de trabajadores, pero no los de familias pudientes, que tenían la posibilidad de pagar para no hacerlo. Como aquel congreso había aprobado una huelga para conseguir dicho objetivo (no estaban lejos los sucesos de la “semana trágica” de Barcelona), el Comité Nacional explicó que no fue posible convocarla por el comienzo de la guerra de 1914. Ya se sufría, a la altura de 1916, la crisis de subsistencias que penalizaba gravemente a los trabajadores, pues los exportadores desabastecían al mercado nacional para hacer pingües negocios con los países en guerra, y fue una delegación de ugetistas de Ourense la que propuso reavivar la huelga contra dicha situación.
 
El Comité Nacional expuso la petición de la Confederación General de Francia para celebrar un congreso internacional con unos objetivos muy precisos que luego se tuvieron en cuenta en la fundación de la Sociedad de Naciones: supresión de tratados diplomáticos secretos, lo que era costumbre en la preguerra;  respeto a las nacionalidades, en alusión clarísima a las balcánicas y del Imperio austro-húngaro; limitación de armamentos y arbitraje obligatorio en todo conflicto internacional. El congreso de la UGT dio su conformidad a la celebración de esa cumbre internacional que se proponía desde Francia y atendió una petición del Partido Socialista Americano para celebrar una magna reunión obrera, en Europa o América, con el fin de aunar esfuerzos (es de notar que los gastos correrían a cargo de dicho partido). 
 
En otro orden de cosas el congreso ugetista decidió enviar 1.000 pesetas para socorrer a los trabajadores belgas que sufrían deportación por la guerra y se aprobó una propuesta para que los vocales obreros en el Instituto de Reformas Sociales tratasen de involucrar a este y al Gobierno español para ayudas del mismo tipo. Por último se dio cuenta de los preparativos para el muy próximo primero de mayo de aquel año 1916, que tuvo una repercusión en todo el mundo extraordinaria y que fue la antesala de aquella huelga general, al año siguiente en España, primera muestra de un movimiento obrero maduro, capaz de exigir reivindicaciones de todo tipo.
 
Asombra el esfuerzo y solidaridad de aquellas mujeres y hombres, que con escasísimos medios, con transportes que en nada se parecen a los de hoy, salvando distancias, acopiando fondos, vivían los problemas del mundo, que eran los suyos, con verdadera pasión y empeño. 
 
L. de Guereñu Polán.

No hay comentarios: