viernes, 15 de junio de 2018

Movilizar a la izquierda



Creo que un objetivo loable del Gobierno socialista y del partido que lo sustenta es conseguir que la derecha no ocupe el poder político durante muchos años, tantos como los más posibles, pues solo esto hará que España progrese como lo hizo durante los más de trece años de gobierno del señor González (errores aparte). La derecha española no es como la francesa, la británica o la alemana, comprometidas con la democracia, opositoras del fascismo a mediados del siglo pasado y reconstructoras de Europa, junto con los socialistas, por lo menos hasta los años ochenta. La derecha española, por lo menos la que representa el PP, es montaraz y mentirosa, practica la rapiña y, en no pocas ocasiones, es reaccionaria.

Algunas de las medidas que ha tomado el Gobierno del señor Sánchez en unos pocos días prometen que se puede movilizar a la izquierda durante los próximos dos años, tope que imagino para que se convoquen elecciones generales. El electorado de izquierdas, diverso, coincide sin embargo en la defensa de los derechos humanos y en la extensión de los derechos civiles, es partidaria de que prevalezca lo público sobre lo privado, quiere que el Estado invierta en educación y en sanidad, en investigación y desarrollo; quiere que el comportamiento de los cargos públicos sea ejemplar, desea una política exterior multilateral y no alineada con los partidarios de la guerra como solución primera a los problemas del mundo. La izquierda española, como la izquierda en general, es comprensiva con las dificultades que plantea la economía capitalista, pero es consciente también de que se la puede combatir con unas estructuras públicas fuertes, capaces de detraer recursos de las rentas altas, exigir la contribución de las rentas medias (las de la mayoría) y que ello redunde en garantizar pensiones dignas, subsidios de paro, atención a la dependencia, becas de estudio… servicios públicos en definitiva.

Creo que la reforma de la ley de relaciones laborales actualmente en vigor será difícil de modificar en profundidad porque a ello se opondrán el PNV, el partido del señor Mas y, por supuesto, Ciudadanos y el PP. Pero el Gobierno socialista puede escenificar que quiere contar con los sindicatos –incluso con ELA-STV- y hacer ver a la sociedad su cara más solidaria.

Creo que las exigencias de la Unión Europea en materia de déficit, gasto, salarios y deuda pueden ser discutidas: en eso consiste la política, independientemente de que el margen de maniobra –no nos engañemos- es pequeño. Por otra parte este, como cualquier otro gobierno, está al albur de cualquier crisis económica internacional que surja, pues los grandes decisores financieros tienen el poder de poner en jaque a estados enteros. Como las crisis económicas suelen ser cíclicas, parece que la próxima tardará algunos años en hacernos sufrir, sobre todo a los más débiles, pero debe tenerse en cuenta que en España tenemos entre diez y doce millones de personas con rentas muy bajas, en el umbral de la pobreza o en la pobreza de solemnidad. Un Estado fuerte, como el socialismo ha defendido siempre, ha de tener recursos para atenderles.

No me cansaré de decir que, en una economía libre de mercado, el empleo lo crea la empresa privada, no el Estado (aparte las promociones de funcionarios) por lo que, de nuevo, un Estado fuerte debe de estar atento a los intentos de la gran patronal, pero también de los pequeños empresarios, de boicotear el equilibrio y reparto de la riqueza. Cabe pensar que el mundo empresarial no renuncia a crear empleo si ello le reporta beneficios, pero los que hasta ahora han obtenido las grandes empresas son una ofensa que hay que combatir.

La izquierda española, como la derecha, están desunidas, pero la primera está, a la vez, desmovilizada, sin motivos para embarcarse en un esfuerzo colectivo. Ilusionar y hacer ver que hay un Gobierno honesto y decidido en políticas sociales puede hacer que la izquierda española actúe en tromba cuando sea necesario, y solo así se podrá alejar por mucho tiempo a la derecha del poder político.

Medios de comunicación, jerarquía eclesiástica, gran banca, especuladores, la oposición conservadora, pondrán todas sus maquinarias para desprestigiar al Gobierno, por lo que este no debe dar ni un solo argumento gratuito a sus adversarios. Los autónomos españoles no están bien tratados por la legislación, los trabajadores de los sectores “colaborativos” tampoco, muchos obreros y empleados trabajan en condiciones fuera de toda ley, hay pensionistas con limitaciones lacerantes. Esta es la “clientela” del Gobierno que se llama socialista, a ella deben ir dirigidas las políticas sociales. Y no es posible atender tanta demanda si no se detraen recursos en mayor cuantía que en la actualidad: gestionarlos bien es también necesario.

Hay una preocupación creciente en la izquierda española: la preservación del medio ambiente, el ahorro de energía, la regulación de los mercados que la suministran. He aquí otro campo de ejemplaridad que el Gobierno tiene por delante. Salvo mejor opinión.

L. de Guereñu Polán.

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