lunes, 25 de junio de 2018

"Quítate tú que me pongo yo"


Palacio de San Telmo. Sevilla
En el año 2016 el Partido Socialita sufrió una grave crisis por el empeño de la Presidenta de Andalucía de convertirse en Secretaria nacional. El calendario no le era propicio, porque hacía poco que había sucedido en dicho cargo el Presidente Griñán, pero aún así hizo caso a los cantos de sirena que escuchó a su alrededor y, con la excusa de que el señor Sánchez, a la sazón elegido Secretario en buena lid, pretendía formar gobierno con el apoyo de Ciudadanos y Podemos (ambos partidos habían apoyado al PSOE en varias Comunidades Autónomas) sustituirle. Pocas veces se ha visto con mayor claridad la “política” del quítate tú que me pongo yo sin más miramientos.

Una conspiración de palacio, revestida por el hecho de que se produjo valiéndose de una mayoría en el Comité Federal (máximo órgano entre congresos) echó al señor Sánchez y nombró a una Comisión Gestora con el encargo de convocar Congreso en un plazo más o menos breve. Entre tanto la política nacional en el Parlamento había continuado: el grupo parlamentario socialista, inspirado por el señor Sánchez y sus colaboradores más estrechos, no estaba dispuesto a permitir la investidura de don Mariano Rajoy, que se había revelado como el principal encubridor de la corrupción en España e impulsor de las políticas más antisociales en los últimos años.  

La vieja guardia del PSOE se alineó con la Presidenta andaluza en una ceguera que luego se ha demostrado por el rechazo de la militancia y por el éxito de la moción de censura que, no siendo diputado, presentó el señor Sánchez. No siendo diputado porque antes que dar su voto para la investidura del señor Rajoy, Sánchez renunció a su escaño, lo que no hicieron otros diputados socialistas, que se indisciplinaron respecto de lo que la dirección (la Gestora) había establecido. Han presumido mucho estos pero no tienen legitimidad para hacerlo porque crean un precedente muy peligroso: ¿podrá cada diputado, en el futuro, votar lo que crea al margen de la decisión del grupo parlamentario? Su egoísmo consistió en no seguir el ejemplo de aquel al que admiraban: dimitir de sus escaños. Eso sí hubiese sido valiente y generoso.

Como prólogo de la crisis llovieron las llamadas telefónicas entre el Palacio de San Telmo, en Sevilla y las ciudades de Mérida, Zaragoza, Valencia, Valladolid, Madrid, Oviedo... Los mensajeros iban y venían, los planes se sucedían, se contaban los apoyos y las defecciones; sudores de unos, inquietud de otros, un sin vivir. 

En medio de la vorágine tuve ocasión de hablar con un estrecho colaborador de don Javier Fernández, Presidente de la Gestora: sus palabras fueron reveladoras de hasta que punto los deseos de la Presidenta andaluza primaban sobre cualquier otra consideración. Pero una vez defenestrado, el señor Sánchez se lanzo a los campos de Castilla, a las villas y ciudades, a las navas y poblaciones costeras, a las montañas y valles… hablando con unos y otros. Más del 50% de la militancia le dio su confianza en unas elecciones primarias ejemplares, que permitieron al señor Sánchez refrendar a su Comisión Ejecutiva en el subsiguiente Congreso del PSOE. Se había consumado una rectificación histórica a las formas de actuar que fueron norma en la época de don Felipe González y don Alfonso Guerra, donde un delegado, con los votos de toda una delegación, decidía en un corrillo lo que luego se consagraba en una gran sala congresual.

La triunfante moción de censura en el Congreso de los Diputados ha dejado a todos, por el momento, descolocados: desde la derecha rancia a la izquierda sedicente. Mientras, el señor Sánchez ha formado un Gobierno con minoría parlamentaria que parece tiene mucho que decir, porque podrá ir pactando leyes con unos u otros según los casos, pero sobre todo, haciendo justicia contra la mezquindad de tener secuestradas iniciativas parlamentarias de los diversos grupos.

Auguro para lo que queda de legislatura momentos de gloria (a la izquierda y al país). Otra cosa serán las siguientes elecciones y la legislatura a la que darán inicio. Ese será ya otro episodio de la historia política reciente de España; esperemos que más brillante y constructiva. Al menos se ha logrado que el Gobierno no esté sustentado por una banda de forajidos.

L. de Guereñu Polán.

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