El esfuerzo que se hizo durante
la II República a favor de la educación pública no tuvo precedentes hasta ese
momento, pero hay algunos mitos sobre la política educativa de los diversos
ministros que no se sostienen a la luz de las fuentes estudiadas. Vaya por
delante que los principales ministros de educación durante la II República
fueron Marcelino Domingo, Fernando de los Ríos y Filiberto Villalobos, este
último durante dos momentos distintos del bienio conservador y el primero
durante el bienio social-azañista y tras el triunfo del Frente Popular en 1936.
Sin embargo fue Fernando de los Ríos el ministro de educación que más tiempo
estuvo al frente de dicha cartera.
Uno de los asuntos que destaca, y
que tiene una patente actualidad, es el de la enseñanza en las lenguas
vernáculas de las respectivas regiones o comunidades autónomas. Respecto a la
enseñanza del catalán en Cataluña se estableció que para los párvulos las
clases se impartirían exclusivamente en la lengua materna, e igualmente en las
escuelas primarias, ya fuese el castellano o el catalán. A partir de los ocho
años a todos los alumnos se les enseñaría la lengua castellana.
Otro de los mitos es el de la
enseñanza religiosa: la legislación republicana rompió con le ley Moyano de
1857, consecuencia del Concordato de 1851, por la que se establecía la
enseñanza religiosa en la escuela. La
Constitución de 1931 prohibió la enseñanza de las órdenes religiosas y el
Estado disolvió la Compañía de Jesús. Aquella prohibición, en realidad, nunca
llegó a cumplirse por la dificultad (y arbitrariedad) que entrañó, de forma que
los clérigos con titulación universitaria siguieron impartiendo clases en
centros distintos a aquellos que el Estado había incautado. Debe tenerse
en cuenta que la II República no expulsó a la Compañía de Jesús, como ocurrió
en el siglo XVIII de acuerdo con el papa Clemente XIV, sino que la disolvió,
por lo que muchos jesuitas, bien formados, fueron los que siguieron impartiendo
clases en sus centros no como jesuitas, sino como titulados para ejercer la
docencia.
La derecha, entre 1934 y 1935, echó abajo la coeducación siguiendo las enseñanzas del papa Pío XI: “erróneo y
pernicioso… es el método llamado de la coeducación… que trueca la legítima
convivencia humana en una promiscuidad de igualdad niveladora", (encíclica “Divini
Illius Magistri”, de 1929).
L.
de Guereñu Polán.
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