jueves, 8 de noviembre de 2018

EN REPARACION DE LA VERDAD: Caso Calvo Sotelo



Con motivo del cambio de nombre de un colegio de la Diputación coruñesa en cumplimiento de la Ley de Memoria histórica  (Colegio Calvo Sotelo) ha habido alguna reacción curiosa sobre el personaje que da nombre al colegio, reivindicándole con supuestas razones novedosas que no son sino los argumentos que el franquismo sostenía en su relato y amparaba en su Causa General.  La verdad nunca es univoca ni absoluta, pero siempre es un valor vinculado a los principios éticos. Ocultarla, falsificarla, distorsionarla, o adulterarla  amén de grave daño a la veracidad, muestran lo difícil que es su ejercicio  para algunas personas o colectivos.  
La dramática historia española de los años treinta, el golpe de estado contra la legalidad democrática, el salvajismo desencadenado por los golpistas abriendo las puertas a la intervención de potencias foráneas y la subsiguiente dictadura,-ejercida con brutalidad desconocida-, es un campo abonado para la distorsión de su relato.
Historiadores hay que intentan reescribir la historia de un tiempo cuyo impacto sigue incidiendo en nuestra realidad. Lo hacen al amparo de una ola reaccionaria empeñada en recuperar el relato del franquismo en orden a demostrar que la primavera democrática de un pueblo no fue yugulada por un grupo de caciques y clérigos, y militares traidores, sino por el gobierno legitimo de la República, que en su mensaje convierten en agentes del caos y el averno de la “España eterna”.
Cada vez se envalentonan mas los excesos imaginativos de quienes ponen en valor un acto sangriento y criminal como forma de resolver los problemas políticos ignorando la solución de estos, por la política y las urnas. Su sectarismo confunde el derecho a reencontrase con la dignidad colectiva y la  justicia, recuperar la  memoria y la historia política, con un mezquino afán de revancha y rencor. Se abonan al negacionismo con la coartada de una presunta reconciliación donde brillo por su ausencia el arrepentimiento,  y que no existió más allá del útil olvido evasivo. Y con ello un velo cómplice de silenció sobre lo acontecido, extendido a la dictadura franquista.  
 Decir que el asesinato del Sr. Calvo Sotelo fue un crimen de estado, semeja solemne desconocimiento de las tensiones exacerbadas interesadamente del momento…Más increíble si cabe si cual manifiesta años después el Sr. Gil Robles, persona poco sospechosa para la derecha y protagonista del momento, que no albergaba la menor duda  de la NO implicación del gobierno de la República en acto tan infame.
Pocas horas antes del deceso del Sr. Calvo Sotelo, se produce el asesinato del teniente de la Guardia de Asalto Sr. Castillo, lo que da lugar a una reunión tumultuosa en el Cuartel de Pontejos al que pertenecía  el difunto. Los ánimos están muy excitados por el pistolerismo de la extrema derecha y su impunidad. Hacía apenas un mes había sido asesinado el capitán Sr. Faraudo, y se había producido el intento fallido en la persona  del profesor y dirigente socialista Sr. Jiménez Asúa, padre de la constitución republicana, entre otros muchos casos de corte similar.
Compañeros del Sr. Castillo y algunos civiles especialmente vinculados a una banda paramilitar llamada “La Motorizada” que en ocasiones había protegido al dirigente socialista Sr. Prieto, claman indignados por los atentados mortales cometidos por los fascistas.
Las bandas paramilitares era una nefasta realidad en formaciones políticas de los años treinta. Sucedía con la Comunión Tradicionalista, la JAP, (los “camisas verdes”, Juventudes de Acción Popular) vinculada a la CEDA,  los piquetes anarcosindicalistas, el pistolerismo falangista, etc. De Pontejos parte una comisión compuesta por el comandante Sr.Burillo Stolle, el Tte. D. Máximo Moreno y el Capitán D. Fernando Condes que se reúnen con el Ministro de Gobernación Sr. Moles para solicitar autorización para detener a los pistoleros falangistas e instigadores que se mantenían clandestinos. El ministro concede autorización siempre y cuando solo se detuviera a las personas que se tenía fichadas y que estas serían entregadas a la autoridad competente". De las camionetas de asalto que salen de Pontejos con los listados de los sospechosos va también la funesta “camioneta 17”. En ella al mando del capitán Condés de la Guardia Civil, y conducida por el guardia Orencio Bayo, viajan en el pistolero Victoriano Cuenca, los guardias José del Rey. Amalio Martínez, Enrique Robles Sergio García, Bienvenido Pérez Rojo, Ismael Bueso Vela, Ricardo Cruz Cousillos y Aniceto Castro Piñeira. También un estudiante del último curso de Medicina, Federico Coello que participa de forma inopinada por hallarse tratando un enfermedad venérea al pistolero Cuenca, También viajan gentes vinculadas a la Motorizada, como Federico Coello, Santiago Garcés y Francisco Ordóñez, 
Se dirigen al domicilio de un falangista notorio, pero la dirección resulta ser falsa. Luego al del Sr. Goicoechea (Renovación Española) que estaba ausente. Posteriormente se personaron en el hogar del Sr. Gil Robles que a la sazón se halla de veraneo en Biarritz y finalmente al pasar por Calle de Velázquez alguien, por desgracia, recordó, que allí vivía el Sr. Calvo Sotelo…Como algo planeado perversamente como “crimen de estado” parece punto menos que inconcebible en una noche aciaga.
El Sr. Calvo Sotelo, ministro de Hacienda en la dictadura de Primo de Rivera fue el más tenaz adversario de la República. Ferviente simpatizante del fascismo y animador del golpe militar, auspició siempre la desestabilización de las instituciones democráticas: “El poder debe ser conquistado por cualquier medio. Y suya es la frase, “la derecha no permitirá ensayos izquierdistas e implantará un Estado corporativo El historiador D. Ángel Viñas afirma, “El golpe del 18 de julio no solo fue obras de militares sino también de civiles, en particular de los monárquicos de Calvo Sotelo, que tuvieron un papel sustancial para que el golpe triunfase, y no meramente de apoyo”.Sin la trama civil interna, los militares golpistas quizá no hubiera tenido existo”,  sin el apoyo del partido alfonsino, Renovación Española, liderado por Calvo Sotelo, los golpistas probablemente nunca hubieran conseguido el apoyo armamentístico de la Italia fascista”.  
Tras la implantación del Frente Popular (cuyo gobierno formaban partidos burgueses), vuelve con mayor virulencia el golpismo que ya se había hecho presente y sofocado en 1932. La oficialidad reaccionaria y monárquica urde una nueva sublevación militar contra un régimen que nunca aceptaron.
En una acción trágica que recuerda la frase de Fouché, “ha sido peor que un crimen, ha sido una estupidez”, aquel grupo absolutamente incontrolado de la “camioneta 17” tras violar la inmunidad parlamentaria del diputado Sr. Calvo Sotelo lo detienen para conducirlo a la Dirección General de Seguridad. En el camino, sin que el desenlace estuviese previsto, el pistolero  Cuenca disparó dos tiros en la nuca del detenido que iba sentado delante de él... Tras un largo rato de circular sin rumbo bajo la impresión del suceso terminaron abandonando el cadáver en el depósito del cementerio del Este.
Desdiciendo cualquier manipulación de convertir un abominable asesinato, otra penosa muestra de la tensión reinante, en  crimen de estado, las autoridades del gobierno Casares, el Presidente de la República y diversos portavoces y dirigentes de la izquierda de la Cámara reaccionan  espantados por la tragedia y con evidente indignación y asco contra los autores y embargados de angustia sobre el futuro inmediato.
 Durante la primavera de 1936, los líderes neofascistas que representan las derechas del país estimularon una violencia creciente encaminada a poner machaconamente en entredicho la legitimidad del régimen republicano. Es monstruosa la quiebra retorica de la normalidad a través de la permanente difusión de libelos tendenciosos proclamas  catastrofistas. Se suceden los discursos apocalípticos en medio de continuos llamamientos a la resolución de los problemas políticos por medio de la fuerza. Actos  llenos de cinismo, pero que calan en los ánimos manejando el temor como elemento nuclear sobre que desencadenar la violencia.  

Parece imposible que la historia no haya enseñado nada. Que de la crispación se haga oficio Y que con frivolidad indecente se caldee una caldera cuyo vapor dejó tantas quemaduras gravísimas en la piel de nuestra historia.

Malditos sean la crispación y sus oficiantes,  que en su indecencia y al servicio de sus intereses mezquinos y fobias no dudarían en condenar al país a repetir los errores de su historia, 

Antonio Campos Romay

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