En algunas provincias
castellano-leonesas se suele emplear la frase “jorobar la marrana” para decir
que alguien está fastidiando o entorpeciendo algo importante. Esto es lo que
creo se ha convertido en tradición en el líder de Podemos junto con el núcleo
duro de sus colaboradores. Lo hicieron en 2016 cuando el Parlamento pudo echar
al señor Rajoy del Gobierno, pues hasta Ciudadanos se había sumado a la fiesta,
pero el señor Iglesias, creyéndose más listo que nadie, lo impidió. Ya hay
quien, dentro de sus filas, se lo han reprochado hasta el extremo de abandonar
el joven partido, movimiento o lo que sea.
Ahora se mendiga en
Madrid y en las negociaciones para la investidura del señor Sánchez, que
Ciudadanos abandone su veleidad ultraderechista y vuelva a lo que empezó
siendo, un partido liberal y centrista. No pocos también han abandonado al
señor Rivera por lo mismo. El día 23 de julio podría haber un Gobierno en
plenitud de sus facultades si los de Podemos se aviniesen a proponer medidas
políticas en vez de sillones, pues el grueso de lo que está en los Presupuestos
no aprobados en la última legislatura, es obra en parte de dicho partido.
El señor Iglesias no ha
debido leer a Azaña o, por lo menos, no habrá leído “La velada en Benicarló”,
librito de poco más de cien páginas que se editó primero en Francia y en
Argentina. Considerado como el testamento político de Azaña, escrito entre finales
de abril y principios de mayo en una Barcelona sitiada por los anarquistas y
los del POUM. Estos también se creían más listos que nadie y hacían la guerra
no solo a Franco, sino a Azaña y a los demás republicanos.
Estoy de acuerdo con
los que dicen que la repetición de elecciones podría no llevar consigo la
movilización que la izquierda española consiguió en abril pasado, y así mismo
en mayo siguiente. El espectáculo que están dando los dirigentes políticos es
deplorable: el señor Rivera veta a todos menos al Partido Popular; estos dos
vetan a los independentistas catalanes y vascos a pesar de que son españoles y
han obtenido representaciones parlamentarias nada desdeñables. Algunos tildan a
Bildu de etarras… No niego que me repugnan sus dirigentes, pero están en las
instituciones, no han condenado a ETA pero han abandonado la violencia. Si esto
último es lo que se les reclamaba ¿se les va a negar ahora el pan y la sal?
El señor Iglesias
quiere ser ministro, pero representa al cuarto partido del espectro político y
no cuenta con la confianza para ello del actual Presidente del Gobierno. ¿Tiene
esto que ser un escollo insalvable? ¿Qué es eso de que si no se está dentro no
se puede condicionar la acción del Gobierno? ¿Acaso no puede hacerse desde el
Congreso de los Diputados? Si faltase un solo voto para la investidura, ese que
estuviese en condiciones de darlo también podría reclamar una Cartera…
No existe caso alguno
en donde el partido minoritario exija estar en el Gobierno para apoyar una
investidura. Existen casos en los que el partido mayoritario invita a otro o a
otros a formar parte del ejecutivo, pero esto es otra cosa y no es el caso de
la España actual. Cuando se han formado gobiernos de coalición, por ejemplo en
Alemania, es porque los dos partidos hegemónicos estaban convencidos de la
necesidad de ello, no porque uno se lo exigiese al otro; pero en Alemania no
parece haber nadie que se haya dedicado, durante varios años, a jorobar la
marrana…
L. de Guereñu Polán.
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