Fueron los judíos de la
antigüedad los primeros que se dieron cuenta de que para que existiese Dios era
necesario que hubiese uno solo, si existían varios, con diversos atributos, difícilmente
podrían ser todopoderosos porque tendrían que compartirlos. Con las
vicepresidencias del nuevo Gobierno pasa lo mismo, todas quedan devaluadas al
existir cuatro; pero en fin, el señor Presidente sabrá el por qué de esta
fórmula que por ahora, para lo único que ha servido, es para dar alpiste en las
tertulias de televisión.
A mí me gustaba más el
Gobierno saliente, el hasta ahora en funciones, porque era coherente y estaba
formado por personas del Partido Socialista o próximas a él, no había nadie que
hubiese combatido con malas artes al partido que ahora le reconoce como socio.
Pero como no había forma de que un Gobierno echase a andar con todas las de la
ley si un personaje peculiar no entraba en él, hubo que hacer lo inimaginable
para darle satisfacción. Y dicho personaje peculiar se hace acompañar ahora de su cónyuge, tanto en el hogar familiar, como en el escaño del Congreso y en el Consejo de Ministros. Por ahora ningún otro familiar del personaje peculiar ha sido promovido.
A mí, como al Presidente,
me quita el sueño que el señor Iglesias Turrión esté en el Gobierno, tentado
permanentemente por ser más que nadie, en conciliábulos con los ministros de su
partido, intentando dar siempre la sensación de que los suyos son más de
izquierdas y progresistas que los demás. Tampoco me gustan los políticos que
saltan de su escaño para dar besos en público, lloran como niños ante cualquier
efeméride, se comportan teatralmente y cambian con tanta rapidez de unas
estrategias a otras: ya ha tenido sus jirones el señor Iglesias Turrión al
defraudar a unos y otros, lo que le ha costado perder la mitad de los escaños
en el Congreso de los Diputados en poco tiempo.
Las pocas competencias
de los ministros inspirados por quien venimos hablando pueden invitar a la
tranquilidad, pero darán más tiempo al “jefe” para pensar en estas u otras
perrerías.
Otra cosa es anunciar
los nombres de las ministras y sus correspondientes varones a cuenta gotas,
sobre todo sin antes haberlo anunciado al Jefe del Estado. He visto al señor
Sánchez muy despistado en algunos casos: diciendo “Podemos es un partido a la
izquierda del Partido Socialista” (lo que está por demostrar), “España es una nación
de naciones”, “a Puigdemont lo voy a traer yo…” y otros jardines por el estilo.
El Gobierno que nace es
débil, tiene muchos frentes abiertos y uno, como queda dicho, en su propio
seno. Por mucho que se diga que no se ha de judicializar la política, lo cierto
es que la Justicia va a seguir actuando en todo aquello que es de su
competencia, de oficio o a instancia de parte. Esto parece que lo ha entendido
Esquerra Republicana, pero no así los herederos del señor Pujol, que también
tiene ante la Justicia no pocos contenciosos. Cada nuevo pronunciamiento
judicial puede ser un sobresalto para el Gobierno si Esquerra, por ejemplo, no
da su voto a los Presupuestos del Estado, pues ya ha demostrado que no le
importa sean sociales o no, e incluso hay diputados de dicho partido a los que
no importa la gobernabilidad de España (dicho en la tribuna de oradores del
Congreso).
La “mesa” que se
reunirá por primera vez dentro de unos días, entre miembros de los dos Gobiernos
(del Estado y Cataluña) puede discutir de lo divino y de lo humano, pero
también puede no llegar a acuerdo alguno, lo que sería mejor para que no
hubiese que someter a consulta ninguna tontería a la población (ya se me dirá
el tenor de la pregunta que se haría y que implicaciones jurídicas tendría,
políticas están claras, pero a mí me parece que se complicarían más las cosas).
Creo que no queda otra que esperar a que una nueva promoción de dirigentes
nacionalistas en Cataluña, vuelva al “seny” ahora secuestrado.
Hay que hacer una nueva
distribución de los recursos financieros de las Comunidades Autónomas, lo que
está entreverado del problema planteado por los nacionalistas catalanes, pero
también con la visión localista de otros dirigentes regionales.
Hay que estar al tanto
de la evolución de la economía en el planeta, lo que repercute en el último
rincón del mundo, mucho más en un país europeo como España. La economía depende
en parte de la paz, y no está asegurada en ningún momento, sobre todo con
regímenes teocráticos y dirigentes como Putin o Trump. ¿Qué papel va a jugar
Europa y España en la preservación de la paz en el mundo? Hasta ahora más bien poco.
A salvo quedan las
políticas sociales, algunas de las cuales tendrán que ser diferidas en el
tiempo, y las que garanticen derechos a la población y a las minorías, entre
otras los inmigrantes, donde estarán con la espada afilada las derechas
españolas, siempre tan poco amigas de la democracia (asumido formalmente el
concepto). En cuanto a educación y cultura, ahí será la que tiene grandes
intereses en ello la de la espada, la sacrosanta Iglesia, y está pendiente ver
si el actual Gobierno denuncia de una vez los acuerdos del año 1979 con el
Vaticano.
Ya se ve que la
exhumación del cadáver de Franco y su inhumación en un lugar discreto, levantó
una polvareda pasajera y ya no se acuerda nadie de ello. Estas cosas son
importantes para un momento, pero queda por reparar a tantos miles de víctimas
que aún no han visto resarcido el honor de sus deudos.
Ya he dicho en alguna
ocasión que mi escepticismo está muy desarrollado en cuanto a la política real,
no en cuanto al nivel intelectual del asunto, por lo que un Gobierno
progresista (ya no se dice de izquierdas) me alegra respecto de otro de
derechas, pero para que no haya próximamente uno de estos es necesario que
aquellos no cometan tantos errores que pierdan la menguada confianza de la
gente. Veremos.
L. de Guereñu Polán.
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