sábado, 1 de agosto de 2020

AGONIA DEMOCRATICA. Antonio Campos Romay*

La Unión Europea si algo tenía a gala era la exigencia a sus Estados miembros de una pulcritud democrática que conllevaba libertad de prensa plenamente garantizada, derecho de expresión sin cortapisas y un grado de limpieza optimo en sus procesos electorales. Acompañado de un notable esfuerzo en la decencia contable. Asimismo era meticuloso el distanciamiento de cualquiera de las formaciones políticas que eran armazón de su estructura, de colectivos con programas o actitudes que albergasen talantes totalitarios o fascistas.

Polonia, Rumania o Hungría son hoy buen ejemplo de esa degradación que alcanza a varios países comunitarios, siendo humillante evidencia el silencio cómplice de las instituciones de la UE ante ello. Con lamentable indiferencia se acepta la violencia que en estos países se ejercen sobre las libertadesciudadanas. Dándose por buenos comicios de dudosa pulcritud…O comportamientos administrativos altamente cuestionables.

La ultraderecha se abre paso en Europa con el mismo impudor y similar impunidad que lo hacía en la República de Weimar, que sería arrollada por la zarpa nazi. No son pocos los casos en que partidos conservadores formalmente comprometidos con los valores democráticos, sin el menor rubor se abrazan a formaciones fascistas como borrachos a farolas, por una cuota de poder.

Es alarmante la pasividad europea, cuando no la anuencia ante los brotes fascistas, tan virulentos como los de la pandemia, e igual de dañinos socialmente. Un virus que cada vez más infecta de forma sistémica a las formaciones conservadores. El caso español es evidente.

La UE semeja declinar reconocerse en sus orígenes y en sus presupuestos fundacionales. Objetivos que no solo eran una fórmula de articular una convivencia democrática armonizando solidariamente diversas realidades a cambio de un importante traspaso de soberanía y autonomía de los Estados, sino poner en valor los principios democráticos, la solidaridad y el respeto a los derechos humanos. Algo que más allá del ejercicio propio, era ejemplo útil y pedagogía para otros espacios geográficos. Mostrando como es posible conciliar un modelo sostenible con un marco donde el ser humano sea referente ineludible.

En cierta medida es lo que se intentó salvar hace unos días en Bruselas frente a posturas xenófobas y ferozmente insolidarias, a las que el Sr. Casado, todavía líder del PP ofreció incondicional sus mezquinos servicios de judas, traicionado a España. Por el contrario, entendiendo como imprescindible sobreponerse juntos a la crisis derivada de la pandemia, recuperando al tiempo la senda de los principios y valores europeos, los socios más solventes y a la vez más antiguos de la UE se esforzaron con éxito razonable en ello.

Un camino que desde la anterior crisis fue corrompido en gran medida por oligarquías que ponen en riesgo la democracia. Entendiendo oligarquía en el sentido platónico, el gobierno de los ricos sobre los pobres. Que arbitra que los que menos recursos económicos tienen quedan excluidos “de facto” del bien común. Que auspicia el trasvase de recursos desde las clases populares hacia los especuladores. Los que de la codicia y acumulación de bienes hacen oficio de rapiña, generando procesos en los que la riqueza se concentra en pocas manos… Una suerte de redistribución, en la que los más, -la ciudadanía-, nutren a unos pocos, -los explotadores-... Algo que se habilita a través de una serie de medidas que favorecen la concentración económica en las garras de los poderosos…

Mecanismos como la reducción continuada de los impuestos para las grandes fortunas y las empresas, el sistemático recorte de las prestaciones de los servicios públicos, su privatización progresiva convirtiéndolos en pingues negocios deshumanizados…El desmantelamiento del marco jurídico y social del mundo del trabajo reduciendo a la indefensión al trabajador …

Es la crónica de una agonía anunciada de la democracia en el último reducto del globo donde la trilogía Libertad, Igualdad y Fraternidad, mantenían con alto grado de decencia su significado. Europa, la Unión Europea que aún en su actual caricatura del proyecto primigenio sigue siendo un espacio privilegiado a nivel mundial…

La cuestión es por cuanto tiempo la vieja y cabalística Europa, la que camina a tumbos con temeraria abulia, podrá supervivir ignorando con insensata frivolidad que el virus mortal del fascismo le corroe las entrañas…Tal como le sucedió al cosmopolita y polifacético Berlín de los años 20 del pasado siglo sumergido en su torbellino de pasiones y vientos de libertad, hasta que los “camisas pardas” yugularon su sueño convirtiéndolo en siniestra pesadilla.

*Antonio Campos Romay ha sido diputado en el Parlamento de Galicia




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