miércoles, 26 de agosto de 2020

Más allá de las minucias

 


Antes de morir, Josep Fontana nos dejó un trabajo impagable sobre el agua y otras consideraciones sobre el mundo actual. Denunciando lo que consideró “minucias” los contenidos de algunas tesis doctorales, que solo interesan a unos pocos, estimó que la misión de la Historia (que significa investigar) es emplearse en fines socialmente útiles.

Si fuese cierto que más de 800 millones de personas sufren hambre, y debe de ser cierto porque lo dice la FAO, si fuese cierto que mil millones de seres humanos no tienen acceso, hoy, a agua limpia, y debe de ser cierto porque así lo constata la ONU, estamos ante verdaderos problemas de los que no suelen hablar los charlatanes que se asoman cada día a las pantallas de nuestros televisores.

En 2050, dice Fontana, seremos en el mundo 9.300 millones de seres humanos, lo que hace suponer que la cifra de los que pasan hambre hoy se verá notablemente incrementada. Los cuatro alimentos que nos proporcionan la mayor parte de las calorías –trigo, arroz, maíz y soja- parece que no van a aumentar en producción, sencillamente porque ya no hay tierras que interesen a las grandes explotaciones comerciales, que han ido expulsando, a lo largo del siglo último, a los campesinos que cultivaban sus tierras en régimen de pequeña propiedad.

Pero, dice Fontana, la tierra no es lo importante si no cuenta con el agua, sobre todo la “azul”, proveniente de ríos, lagos y acuíferos, pues con la tierra viene el derecho a obtener agua ligada a ella. Se pregunta el autor citado si esa agua va a estar disponible para los nuevos cultivos o va a ser desviada al consumo de otros usuarios. Hoy se sabe que se necesita mucha más agua para el cultivo, por lo que se recurrió a los acuíferos, muchos de ellos ya agotados, como sucedió en India. Arabia Saudí puso en marcha en los años ochenta un programa de incentivos para independizarse en el aprovisionamiento de alimentos con un éxito extraordinario: la producción de trigo se multiplicó por 29 entre 1980 y 1992… hasta que se atoaron los caudales de agua del subsuelo.

La opción de los grandes especuladores del suelo y del agua, introducir nuevas variedades de semillas, arruinó las variedades locales, que aunque proporcionan menos rendimientos, tienen la ventaja de estar mejor adaptadas a los suelos y necesitan mucha menos agua, fenómeno que se ha dado fundamentalmente en África. El resultado ha sido que los africanos se alimentan en la actualidad de trigo, arroz y maíz importados, sobre todo si pueden pagar los precios crecientes.

La demanda fundamental de agua es la que procede de su empleo en la agricultura, que representa un 78% del consumo total (se necesitan tres m3 para producir un kg. de cereales y 15 m3 para producir un kg. de carne de ternera). La extracción de agua se ha triplicado en los últimos cincuenta años (Fontana escribió esto en 2011) lo que ha implicado que mengüen las capas freáticas al no restablecerse suficientemente los caudales. Se calcula que la demanda de agua para uso agrícola se duplicará antes de 2050, a lo que hay que añadir el agua que se necesita para la industria: se emplean 40 m3 de agua para fabricar un automóvil, y se usan grandes cantidades para bombearla en los pozos de petróleo con el fin de aumentar la presión, y sobre todo para la obtención de gas natural, lo que está contaminando los acuíferos donde hay agua potable.

Ni siquiera el agua para el consumo humano está asegurada: algunos investigadores han dicho que en el Oeste norteamericano se aproxima la mayor crisis del agua de la historia de la civilización, al tiempo que diez grandes ciudades de Estados Unidos, entre las que figuran Los Ángeles, Las Vegas, Houston y Atlanta, se están quedando ya sin el abastecimiento suficiente.

La falta de agua limpia en los países pobres es una de las diez causas más graves en el desarrollo de enfermedades en el mundo, siendo el caso de Bangladesh paradigmático, pues sus habitantes se vieron obligados a recurrir a los pozos para no depender de las aguas contaminadas de los ríos. La construcción de pozos cada vez más hondos ha provocado el mayor envenenamiento por arsénico de la historia, que se considera puede afectar a cerca de la mitad de sus habitantes (77 de los 158 millones).

No acaban aquí las reflexiones de Fontana en su trabajo[i], añadiendo datos sobre el traslado masivo de campesinos para construir presas con fines energéticos en Etiopía, China, India, algunos otros países de África... La competencia entre India y Pakistán en Cachemira ya no es por el territorio en sí, sino por el agua que discurre por sus pendientes, lo que podría llevar a una guerra entre estas dos potencias “de segundo orden”, pero sería una guerra nuclear porque ambos estados disponen de dicha tecnología de guerra…

L. de Guereñu Polán.



[i] “Los usos de la Historia: una reflexión sobre el agua”.

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