Tengo para mí que se
está empleando el término “antisistema” con bastante ligereza y ningún rigor.
Los de Podemos, los que gobiernan hoy en Grecia, los de 5 Estrellas, los
ultraderechistas de Le Pen y otros son tan del sistema como los partidos y
personas tradicionales y comunes. Participan en el sistema, lo alimentan, se
aprovechan de él y lo único que quieren es transformarlo, pero esto es común a
la izquierda y al reformismo histórico en general, aunque sea en sentido
opuesto según los casos.
Los verdaderos
antisistema son los nihilistas rusos del siglo XIX, los anarquistas de todos
los tiempos (no los García Oliver y Federica Montseny, que fueron ministros) y
otros que no están en el sistema a su pesar: los pobres de solemnidad, los
marginados, los inmigrantes no regularizados, etc.
En este sentido las
elecciones en Italia las ha ganado, de forma relativa, un partido nuevo del
sistema antiguo, pues ha obtenido más del 32% de los votos, que junto con el
casi 19% de la izquierda más o menos tradicional, podrían gobernar en Italia si
tuviesen altura de miras, capacidad negociadora, verdaderos líderes y
renunciaran al sectarismo. Bastaría con que renunciasen unos a su
antieuropeismo por el momento, los otros corrigiesen sus vicios de corrupción y
pactasen un gobierno a cuatro años vista para regenerar la política italiana,
en la cual se podría ver reflejada, poco después, el resto de la política
mediterránea, por poner un ejemplo. Lo demás es dejar el campo expedito para la
derecha de siempe, la del corrupto Berlusconi, que ni siquiera con el
Presidente del Parlamento Europeo consigue pasar del 14%, y dejar a los
xenófobos y antieuropeos de la Liga Norte, que no tienen ni el 18% de los votos
escrutados.
Se podría contar con la
izquierda histórica que solo ha obtenido el 4% y ello daría una legitimidad
mayor a la Italia que no quiere derecha, que no quiere corrupción, que quiere
cambio y que podría demostrar es capaz de ponerse a favor del país, no a favor de
ningún gerifalte en particular.
No otra cosa quiso –con
matices- el señor Sánchez en España en marzo de 2016 sin éxito: algunos dicen
que Ciudadanos pactó con el PSOE para ahuyentar a Podemos y otros que este
último no tuvo ni altura de miras ni verdadera intención política de desplazar
a los forajidos del Gobierno. Lástima.
Italia ha sido
gobernada históricamente por pentapartidos, que es bien cierto no consiguieron
la estabilidad nunca, pero esto no impidió que el país sea la quinta potencia
económica de Europa, por lo que el mito de que la estabilidad política es “conditio
sine qua non” para el progreso económico no tiene sentido. Otra cosa es que el
país fue pasto para corruptos y mafiosos con los que la población convivió, lo
mismo que en España convivimos con un régimen criminal y con el terrorismo de
toda laya.
Un posible acuerdo
entre 5 Estrellas e izquierda no puede pretender hacer revolución alguna –ni lo
pretenden- pero sí tapar el acceso al poder político a una derecha que ya tiene
el económico.
Una última reflexión es
preguntarse donde está el electorado del antiguo Partido Comunista Italiano,
del Partido Socialista y del Partido Radical… Algunos, muertos, pero las nuevas
generaciones, despistadas por dirigentes sin escrúpulos que, siendo más del sistema
que nadie, han contribuido a un nuevo sistema de partidos donde el populismo y
la indefinición ideológica son un cáncer, pero se puede vivir con él e incluso
vencerlo.
L. de Guereñu Polán.
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