Así como en el reino animal hay especies con
diferentes pelajes, entre los seres humanos que tienen responsabilidades
públicas, entre los miembros de los diversos partidos políticos, también.
Hace ya algún tiempo que me dí cuenta de que
para colaborar con el Partido Popular en cargos de responsabilidad había que
tener un pelaje especial. De lo contrario no se entienden los muchos casos que
hemos ido conociendo desde que el mismo Partido Popular se creó con otro nombre
(pero mismo pelaje).
Una expresidenta de la Comunidad de Madrid no
solo se aprovechó de un trato de favor para obtener un título universitario,
mintió repetidamente sobre las circunstancias de sus supuestos estudios,
exhibió documentos falsificados, sino que ahora se sabe que hurtó unos productos
de poca monta en una tienda. Si yo fuera responsable público no aprovecharía
este último asunto para erosionar a la expresidenta, pero sí su mendaz
comportamiento y sus actividades, durante varias décadas, en cargos públicos y
en fundaciones o entidades dependientes del poder público. Toda una vida
política marcada por la sospecha y la ilicitud (ya veremos si por el delito).
Ahora, un periódico digital ha sacado el video
del hurto, que atesoraba desde hace tiempo, para deshacer la posibilidad de la moción
de censura que pesaba sobre la expresidenta: un aliado del PP viene en su
socorro.
Pero no solo: uno escondió un maletín con
varios millones de euros obtenidos ilícitamente en el altillo de un armario,
espió a uno de sus compañeros para lo que dedicó dinero público, recibió dinero
de empresas privadas a cambio de concederles contratas… otro se fue a Colombia
para delinquir soberanamente, se construyó una residencia veraniega con el
favor de un constructor que también recibió contratas… otro se llevó a bancos
suizos más de cuarenta millones de euros resultado de “mordidas” a empresarios
con el fin de enriquecerse personalmente y financiar a su partido, el PP.
Uno que fue ministro tenía dinero en paraísos
fiscales; otro, también ministro, está en el banquillo de los acusados por
delitos en la gestión bancaria, por usar una tarjeta de crédito en su favor y
otros delitos no menores. Una que fue ministra se benefició de regalos no
baratos de parte de un empresario y organizó fiestas infantiles con dinero
ilícito. Uno que fue ministro venía de contribuir a una grave crisis en una
entidad bancaria internacional. Y así sucesivamente.
Algunos de los responsables públicos del PP
justifican el franquismo y sus crímenes (en este caso sobre todo alcaldes). Otros
han pasado por la cárcel y están pendientes de juicio por hacerse con palacetes
en hermosas islas o por colaborar con miembros de la familia real en la
comisión de gravísimos delitos. Se cuentan por cientos los casos de corrupción,
miseria moral, mentiras y demás latrocinios desde el poder público.
El Partido Popular pasa por ser el que más
afiliados tiene en España: se habla de 800.000 porque la norma es que el padre
de familia, o la madre, inscriban a todos los miembros de la misma sin mayor
rubor ni respeto por la decisión que, individualmente, pudiera tomar cada uno.
Como se trata, generalmente, de familias pudientes, pagan varias cuotas, en no
pocas ocasiones acrecidas.
El mayor encubridor de estos delincuentes es el
Presidente del Gobierno (que cobró no poco dinero procedente del delito) sabedor de las tropelías de sus subordinados, como era
sabedor cuando fue Presidente de la Diputación de Pontevedra (“estoy rodeado de
delincuentes”, me dijo en cierta ocasión) de las andanzas de “Ligero”, Baltar o
Castro. Él les apoya hasta que se precipitan en el abismo para, luego, bajar y
aplastarles con su propio calcañar. Es lógico: el Partido Popular tiene unos
orígenes delictivos consecuencia de nacer de un régimen criminal e impune. Sus
relaciones con el contrabando, con el narcotráfico, con los abusos de la
anterior dictadura, hicieron que el partido se nutriese de ese personal, de una
forma u otra. Por eso se habló de un PP (AP en su momento) de la boina y otro
de la toga. Da igual: los máximos dirigentes (Fraga y Rajoy) proceden del mundo
jurídico y han estado siempre en íntima conexión con el hampa de “elite”.
Alcaldes venales, diputados que compatibilizan
sus negocios privados con el cargo público (Pujalte), diplomáticos con negocios
sucios y responsabilidades en accidentes aéreos que costaron la vida a decenas
de militares españoles (Trillo), jefes regionales imputados (Murcia),
alcaldesas corrompidas hasta el tuétano (Castedo, Barberá), los casos de Ruz,
Camps, Naseiro, Castro, Baltar, del Burgo, Monago… antes Martín Villa y la
tropa de la transición política ¿Para que seguir?
Si yo estuviese tentado a militar en las filas
del PP no podría llevar a cabo tal designio, pues me repele su ideología, pero
sobre todo sus prácticas, sus trampas, sus mentiras, sus robos, sus delitos, su
historia, su esencia misma. Es cuestión de pelaje.
L. de Guereñu Polán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario