domingo, 7 de octubre de 2018

DOLOROSAMENTE HARTOS



Dolorosamente hartos es una forma eufemística de sancionar un estado de ánimo cívico que traducido a un lenguaje rotundo y castizo, seria “hasta los mismísimos cojones”. Ciudadanía  harta de ver la impunidad con que brota el fascismo, sus actitudes y modos. Y esto, no es eufemismo.
De ver cómo con cinismo hipócrita alzan la Constitución los que jamás creyeron en ella, para golpear a los demócratas y  mancillar la Democracia. De cómo se asiste al renacer de los talantes más sórdidos, que como una maldición nefasta acompañaron esta sociedad en sus versiones más tétricas…Como la plaga borbónica,  cual  fiebres tercianas, ataca a cada poco, de forma recurrente, regresando siempre al amparo de los sables.
Se recrudece el autoritarismo, el clericalismo pisotea las escasas citas laicas que recoge la Constitución… El caciquismo, el amiguismo, el fulanismo,  (casualmente el corrector se empeña en poner “falangismo”, que también), el cohecho, la malversación y desguace de lo público para “engordar”  lo privado,  la  ceguera selectiva de la justicia, el fraude,  la prevaricación como norma… La ciudadanía menos favorecida publando las cárceles sin esperanza, mientras los saqueadores de Cajas y Bancos las cruzan meteóricos, en los escasos casos que las pisan, sin devolver un euro de sus robos.
Dolorosamente hartos  de “políticos” cuya cobardía moral solo es pareja con su demagogia. Cuya estupidez amen de retratar a sus autores es  virus mortal para inocentes. Ejercientes de ceguera suicida que les impide ver más allá de un puñado de votos. “Políticos” que,  caricaturas de sí mismos, quedan atrapados en su caracterización. “Políticos” que entienden que ser estadista, es dejar “en estado” a su ultima amante. “Políticos” que confunden dialéctica con excrecencia, y debate con desperdigar inmundicia y revolcarse en la mugre. “Políticos” cuyo único mérito conocido,  es calumniar, difamar, chantajear, y arrojar las  deyecciones de su indigencia ética, sobre los que si desean hacer POLITICA. 
Dolorosamente hartos de que en un genocida asesino, se gasten toneladas de papel y tinta por el único acto sensato al respeto en muchos años: arrojarlo de un siniestro mausoleo erguido para su mayor pompa sobre el sudor, la sangre y la muerte de las victimas de “su paz y su victoria”. Asqueados  de que la Fundación que hace apología  del verdugo que llevó a más de medio millón de compatriotas a la muerte y arrojó a otro medio millón a la diáspora, funcione impune y con financiación pública, incluidos los impuestos de los hijos y nietos de sus víctimas.
Dolorosamente hartos del cinismo de los “Príncipes”  de esa Iglesia” que hipócrita y cínica lo trata como su “Caudillo y Cruzado de la Fe”, que paseaban bajo palio. Y por el que pierden hoy las nalgas para abrirle la Almudena…  A la vez que de forma  gazmoña y farisaica, dicen  que lo harían por cualquier otro. Y lo dicen, los mismos que negaban el derecho a reposar en “sagrado” a las víctimas del criminal, enseñoreándose de los cementerios del país en nombre de su sacrosanta confesión. 
Dolorosamente hartos del colmo del cinismo  que representa pedir honores militares para el acto de su desalojo y entrada en la nueva ubicación. Alguien que debiera ser degrado de su rango militar por golpista y por traición a su juramento de soldado. Por traicionar a España, ser marioneta de las potencias fascistas, indispensables para plasmar su acto de traición, y a cuyos ejércitos entregó el país como lugar de adiestramiento de sus tropas masacrando al pueblo… Valga por vía de ejemplo, Guernica. Que del terror, el crimen,  y el latrocinio,  hizo razón de su política cuatro décadas. 
Dolorosamente hartos de que tras cuarenta años nadie exija que se audite el botín expoliado por el dictador, hoy en manos de sus herederos…Que mantienen ducados y señoríos amparados en los capricho del sátrapa y la complicidad del anterior gobierno del P.P.
Dolorosamente hartos de que  no se exijan responsabilidades  por apología del fascismo y  por la permanente incitación al odio, desde medios muy concretos y por individuos perfectamente caracterizados.
Dolorosamente hartos de ver con impotencia cómo esta Democracia se muestra incapaz de atajar las puñaladas que se le propinan y se deteriora bajo las arremetidas de las ultraderechas de aquí y de allá. Del permanente ultraje de la Memoria Histórica porque aquellos que se ven como protagonistas de las canalladas que describe, o por los que ejercen de amparadores intelectuales de las mismas.
Dolorosamente hartos de la desfachatez e insolencia de los que nunca se fueron y ahora envalentonados,  emboscados  en las páginas de la Constitución que  desprecian y de la que se ríen usándola de coartada, proclaman cargados de rencor y odio, la finca es nuestra… 

*Antonio Campos Romay ha sido diputado en el Parlamento Gallego.

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