En la presentación de su programa de gobierno
Pedro Sánchez hizo anuncios de iniciativas, la prensa no habla de iniciativas
sino de promesas, y en la red se pide que se apliquen hoy y hasta con carácter
retroactivo.
En un artículo anterior, ya adelantábamos que
gobernar con pocos diputados no era imposible pero sí difícil y limitado,
también que era posible hacer mucho más de lo que las apariencias indican, pero
se me olvidó añadir aquello que dice el sabio refranero: “las cosas de palacio
van despacio”, que en lo que respecta cualquier gobierno es de plena
aplicación, incluso para aquellos que tienen mayorías absolutas.
En las semanas
anteriores, hay que recordar aquí que la
antigüedad del gobierno y los ministros en sus puestos se mide en semanas y
como mucho meses, los ministros también adelantaron intenciones y proyectos,
que los medios convirtieron inmediatamente en promesas a corto, cortísimo
plazo, e incluso en hechos casi inminentes, aplicables en cuestión de horas, no
digamos ya las redes sociales que reclamaron incluso aplicaciones retroactivas,
so pena de calificativos en el que más suave era ese del “todos son iguales”, y
abundan los de traiciones varias a declaraciones con antigüedad de lustros, en
circunstancias legales diferentes, pero para muchos lo de la evolución de las
circunstancias legales, la separación de poderes y el principio de no
retroactividad de las normas, si perjudican a los afectados, no está muy claro
a pesar de los 40 años de Democracia.
En uno y otro caso el viejo plazo
de cortesía de los cien primeros días quedó en menos de 100 horas, minutos si
miramos las crónicas de los diarios de la tarde del discurso dado poco después
de que prosperara la moción de censura, en Twitter y Facebook se midió en
segundos. Un ejemplo de la realidad de las decisiones del Gobierno y el trato que le dan los medios de comunicación
y la Red. Realidad del Gobierno: todos los acuerdos del Consejo de Ministros
sobre impuestos han sido para bajar (p/e IVA del cine, a la generación
eléctrica, el llamado “impuesto al sol”), Realidad e imagen en los medios de
comunicación: ya han subido los del diesel, el IRPF, el de patrimonio, a los autónomos,
el de Sociedades, etc. el que ha día de hoy eso sea falso de toda falsedad no
ha impedido que durante semanas se repita en las primeras páginas y lo
proclamen como algo ya consumado.
Me parece necesario recordar a
ministros, parlamentarios y expertos comentaristas políticos, e informar a
muchos ciudadanos impacientes alguna de las cosas que adelantábamos en el
artículo anterior mencionado.
Lo más fácil para el gobierno son
los nombramientos, solo algunos de los cuales exige acuerdo de Consejo de
Ministros, y entonces ya indicábamos que eran miles, y hoy añadimos que es
necesario el acuerdo previo de los interesados. También indicábamos que es
posible afrontar algunos problemas y decisiones con una norma al nivel de
Decreto, o de rango inferior, pero su tramitación exige plazos difícilmente
inferiores a los dos o tres meses, más si tienen repercusión presupuestaría, o la
normativa exige consultas exteriores al propio Gobierno, no cuento entre las consultas exteriores las de índole política o social,
como la mesa del Pacto de Toledo, solo las administrativamente obligatorias.
Llegamos a un punto crítico, el
de los Decretos Ley, en este punto la voluntad del Gobierno solo es una, muy importante pero no decisiva, la prueba de fuego es el
paso de la iniciativa por Congreso y Senado. Y el máximo de dificultad llega
cuando cualquier Ley demanda mayorías cualificadas como las modificaciones de
leyes orgánicas, por ejemplo la de educación, o la apellidada “mordaza” De los
Presupuestos Generales del Estado, que incluyen el tema impuestos, y asignación
territorial de inversiones, creo innecesario resaltar una dificultad que
cualquier ciudadano mínimamente informado intuye, y siempre se quedará corto en
su apreciación.
¿Qué es lo que intento
demostrar?: Primero, que los tiempos y plazos de la política real en su
aplicación son obligadamente lentos, no solo dependen de la voluntad del Gobierno, incluso tampoco del poder legislativo en
solitario, cualquier anuncio necesitará de meses de trabajo y trámite para su concreción.
Segundo, que muchos de los medios de comunicación tienden a confundir
iniciativa política con promesa de obligado cumplimiento, incluso con realidad
consumada solo en la imaginación del periodista, y que su propia dinámica de inmediatez, a ser
posible con exclusiva en portada del día, debe marcar el ritmo de una
maquinaria administrativa y burocrática, de ritmo obligado y prudentemente
lento, que además tiene que tener en cuenta las cautelas y salvaguardas de los
poderes legislativo y judicial, y en el que poder ejecutivo solo es el
conductor, y que en este caso el conjunto no cuenta con tecnología similar a la
de la Formula 1. Y tercero, que el ciudadano de a píe no es consciente y
paciente, en especial cuando las decisiones y propuestas le tocan de cerca, para
distinguir entre iniciativa y promesa, realidad deseada y realidad posible,
entre ritmo administrativo y ritmo mediático.
Octubre de 2018
Isidoro Gracia
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