.Antonio Campos Romay*
Porque gritáis que es libre el
pensamiento
…que no tiene cadenas la conciencia
Y proclamáis con fuerza y ardimiento
Que hoy impera solo la inteligencia;
La muchedumbre criminal y necia,
Os escupe, os odia, y os desprecia.
Rubén Darío
Sería ridículo decir que el fascismo
llama a la puerta, pues jamás lo hizo. A los fascistas que del mundo han
sido les encantan términos como “allanamiento”…va de suyo.
Ciertamente sin la cautela legal que siempre debe acompañar tal medida.
Estamos asistiendo al allanamiento sin mandato judicial, a la patada en la
puerta de la democracia en un escenario contrarrevolucionario perfectamente
orquestado a nivel mundial…
En España, mientras los demócratas, que
haberlos hay, andan “de parranda” entrando al trapo que la derecha reaccionaria
hábilmente les va esgrimiendo ante la cara, las “hordas negras”, los
“hunos” que decía D. Miguel de Unamuno, con la permisión entreguista de
los “hotros”, “perpetran el envilecimiento moral y entontecimiento de España”,
y van penetrando el tejido de la sociedad. En momentos que la democracia,
en horas bajas, necesitaría tirar de imaginación y elevar el nivel de
exigencia, se abandona peligrosamente entre la desidia y la incertidumbre. Somos
espectadores y espectadoras letalmente pasivos ante una metamorfosis que
demanda transformaciones radicales y no epidérmicas. La crisis de la
democracia en diversas latitudes cuestiona la confianza de que esta, como
sistema moral e intelectual aceptable este consolidada como tácitamente se
concedía.
El calculado deterioro de la imagen de
la democracia reduciéndola a un coctel de debates insulsos, banalidades y
el adobo de escándalos reales o cocinados, deja un pésimo regusto. Y con
él, un pérfido mensaje en el que subyace que la administración de la libertad
común en manos de los políticos no es sino el artificio de desnudar de la misma
a la ciudadanía con irresponsable, cuando no satisfecha, anuencia de
esta. Nuevamente resuena vergonzoso, “vivan las caenas”… El
catalogo de de los derechos civiles y sociales, de los ideales que la definen,
semejan una colección de vetustas declaraciones para ser mostradas en una
vitrina cuya llave alguien tiro a la basura.
Si se entendiese la democracia como
consecuencia de cultivar la conciencia moral, de usar la ética como elemento
arbitral, del consenso de la razón frente al dislate de la imposición y del
cultivo de la voluntad de convivencia entre discrepantes, se habría avanzado de
forma significativa. El imperio de la razón, de la persuasión y del ejemplo,
enmarcado en el valor laico de lo público son rasgos de una sociedad
democrática sana y de militancia cívica.
Cierto que la democracia y su cultura
exige un largo periodo aprendizaje y practica…La democracia es también a la vez
no poca dosis de vocación afinada en el curso de generaciones… Algo de lo que
justamente carecen muchos de los países donde la “horda negra” se hace presente
ó amenaza hacerlo… Con sus respuestas burdas y de zafia inmediatez a los
problemas de la mayor complejidad, encuentra acogida en las escasas páginas de
cultura democrática que tienen estos para asirse.
La Gran Estafa (llamada crisis),
pivotando sobre la democracia como el Tratado de Versalles sobre la
República de Weimar, dinamita la estabilidad económica a la vez que
erosiona mortalmente la libertad y sus columnas vertebrales, igualdad y
fraternidad. Se desigualan brutalmente no solo las franjas sociales en lo
económico sino también el ejercicio real de sus derechos sociales. En la
ausencia de la fraternidad naufraga la solidaridad ahuyentada por un
individualismo egoísta y despiadado, que a la vez hace frágil y maleable al
sujeto.
La tragedia de la democracia y la brecha
por donde penetra con soltura la horda negra, es el abismo que se está
labrando a pulso entre una clase política enquistada en su autismo suicida y
una sociedad cada día más crítica que se aleja con decepción de la
anquilosada política oficial. Un “clase política” encastillada en privilegios y
aforamientos, ignorante de la desafección que genera. Incapaz de ver más allá
de su interés particular o su ombligo partidario en una “política” que se
suicida en su propia ceguera y donde las políticas que pretenden ejercer vitola
de más nuevas, naufragan entre las mas viejas.
La ciudadanía no pude, ni debe renunciar
a vivir bajo el halo de la libertad, sus valores y derechos. Son conquistas
seculares labradas con dolor, sacrificio y muerte. Los tiempos actuales
obligan a cambios transcendentes en un mundo sustancialmente distinto. En
el que a cambio de unos señuelos que aparentan hacernos la vida
cotidiana más atractiva y cómoda nos esclavizan bajo directrices económicas
insolidarias y nos sustraen los valores humanos.
Las hordas negras en su caminar
apocalíptico alientan la intolerancia y la ignorancia para frenar el
desarrollo. Y de forma falaz manipulan el subconsciente de la ciudadanía
vulnerable por su atosigamiento, -en alianza fétida con el “opio de los
pueblos”-, para que entienda como natural, convivir con la violencia, el
odio al distinto, la miseria y los trabajos precarios. Inculcando en las mentes
que es un sueño irrealizable y peligroso, un mundo más justo e igualitario
presidido por la libertad. Un mundo donde no haya espacio para la represión
bajo formas políticas, económicas o religiosas. Que no lo marquen ni las
diferencias económicas, las raciales, las culturales, las de sexo, de religión
o de estatus.
Labremos el futuro desde el relato del
ser humano como elemento social y colectivo. O se frena a las
hordas negras, la invasión de “los hunos”, o se cegará la esperanza
de futuro de la Humanidad…
O se yugula hoy el nuevo fascismo, con
su veneno anacrónico y rancio disimulado bajo caretas distintas, o seremos una
sociedad de modernos esclavos en menos de una década.
Antonio
Campos Romay ha sido diputado en el Parlamento de Galicia*
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