Al otro lado del edificio balneario se encontraba la fonda |
Quizá no exista pensador de la
talla de K. Marx que haya sido tan olvidado y mandado al ostracismo, no
solamente por la derecha política sino por buena parte de la izquierda. Doscientos años después de su nacimiento, solo el Ateneo de Pontevedra (en la esfera local)
y alguna organización cívica en la internacional, han llevado a cabo
conferencias sobre la figura del extraordinario economista, historiador y
filósofo que fue. En el año 1983 la Agrupación Socialista de Pontevedra celebró una mesa redonda, en la que participó entre otros Don Jaime Barreiro Gil, recordando el centenario de la muerte de K. Marx.
Humildemente me permito
recomendar la lectura de alguna de sus obras más fáciles de entender (no “El
Capital”, que es infumable) para todo el que quiera tener una mínima formación
cultural e intentar comprender nuestro mundo, evitando así decir tantas
tonterías como se escuchan a personas “estudiadas”, que nos hablan de la “clase
política” o que Marx defendió la lucha de clases. Si todos los políticos
conformasen una misma clase estaríamos peor de lo que estamos; no, los
políticos pertenecen a varias clases como en el mundo existen, y el concepto de
clase está muy claro en las obras de nuestro personaje, que no es el único que
las ha estudiado. Por otro lado, Marx no defendió nunca la lucha de clases, la
constató, que es distinto, hasta el punto que sostuvo que fueron y son el motor
de la historia, el factor por el que la historia evoluciona de un sistema
económico a otro.
Esto último, que es discutible,
ha permitido hacer correr ríos de tinta a los que se han acercado al devenir de
la historia y sus múltiples facetas, no estando rebatida la constatación
marxiana por la comunidad científica. El filósofo alemán era un buen conocedor
de los pensadores griegos clásicos, o al menos de algunos de ellos, lo que no ocurre
con muchos de sus detractores; también fue un estudioso de los filósofos que le
precedieron, Hegel en primer lugar como su maestro; estudió historia
probablemente como muy pocos a lo largo del siglo XIX, y claro, si analizamos
algunas de sus propuestas con el conocimiento que tenemos de los historiadores
del XX, sí encontramos ideas superadas o que la experiencia ha contradicho.
Probablemente solo Soboul y unos
pocos más estudiaron con tanta profundidad la Revolución Francesa; no estoy en
condiciones de saber si hubo pensadores en el siglo XIX que pueden superar a
Marx en el conocimiento de la historia alemana y de la problemática judía en
Europa. El pequeño librito “Manifiesto comunista” es una obra excelente que ha
alimentado de ideas a generaciones de socialistas de todas las latitudes.
Ya en el plano local, Susana Luaña
publicó en 2013, en “La Voz de Galicia”,
una curiosa noticia según la cual “un pariente del filósofo alemán hizo su vida
en la capital arousana [Vilagarcía] a principios del siglo XX. En el cementerio
inglés de Rubiáns han sido enterradas diecisiete personas, tres de ellas
civiles, uno de ellos el ingeniero de minas Charles Lessner, ahijado de K.
Marx. Hospedado en una pensión de Vilagarcía, terminó casándose con la hija del
propietario. Lessner había nacido en Londres en 1879 y de joven se fue a África
para trabajar en una empresa minera. A principios del siglo XX llegó a Galicia
para dirigir la explotación de las minas en las que se extraía estaño para
enviar, sobre todo, a Inglaterra”.
En una de las visitas de Marx a
Londres conoció a Friedrich Lessner, padre del ingeniero que nos ocupa, y de
ahí viene el apadrinamiento. Friedrich tenía una sastrería y era miembro de la
Liga de los Comunistas, participando en la revolución de 1848 en Alemania,
donde había nacido. Esa “liga de los comunistas” no tenía, a mediados del siglo
XIX, las connotaciones negativas que luego adquirió por obra y gracia del
comunismo internacional desde el régimen panruso de 1917. Pongo esto así por
ver si, aunque sea por este camino tan particular, se animan algunos a leer a
un pensador realmente fecundo, honrado e incansable.
L. de Guereñu Polán.
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