martes, 22 de diciembre de 2020

LA “BUENA MUERTE” DE RAMÓN SAMPEDRO

En dos o tres ocasiones cada verano visito y paseo la playa de las Furnas, en el municipio de Porto do Son. Los que la conocéis sabéis que es una playa abierta de arenas muy finas y unas piscinas naturales de color turquesa.

Nunca olvido recordar al verlas que, en una de ellas, Ramón Sampedro tuvo un accidente que le dejó tetrapléjico cuando contaba con 25 años. Como tampoco dejo de evocar que fue Ramón quien abrió el debate sobre la eutanasia en España.
 
Conocí a alguno de sus amigos, visité Xuño, su lugar de nacimiento, y leí sus “Cartas desde el infierno” y un poemario suyo que lleva por título “Cuando yo caiga”. Me se de memoria unos versos de este último que dicen: 
 
“Cuando yo caiga, como fruto maduro del árbol de la vida, dejadme allí mismo, para que me abrace el sol, el viento y la luna, que la vida me devore mordisco a mordisco…Un gusano, una mosca, un pájaro cualquiera… hasta que me consuman por amor regalado para empujar la vida soñando, pero libre, que cada uno recoja lo que me dio prestado…”
 
Sin conocerle, le admiré, por su titánica lucha batallando inútilmente en los tribunales por conseguir su buen morir que fue incapaz de alcanzar. Que fuimos incapaces de lograr políticamente entonces.
 
Era Ramón un hombre reflexivo, con mucha inteligencia, con enorme sensibilidad, que deseaba morir para poder ser libre por fin.
 
Leí, en alguna parte, que confundir la eutanasia con el homicidio, es como confundir el amor con la violación, el regalo con el robo, o lo voluntario con lo forzado.
 
El mayor enemigo de Ramón, quiero imaginar, no era la muerte, sino su tremenda e inútil ansia de vivir, su inmovilidad eterna, su dolor psíquico sereno y consciente.
 
Con motivo de la llamada Ley de la Eutanasia, escuche en el Parlamento a una emocionada Luisa Carcedo hablar de la condición humana tanto en la vida, como en la muerte, ante el sufrimiento.
 
El pasado 17 de diciembre se aprobó inicialmente la Ley de la Eutanasia.
 
Seguramente hay muchas más formas de estar muerto que de estar vivo, estoy seguro que Ramón Sampedro descubrió en su profunda soledad la importancia de morir con la mayor dignidad, que algunos de nosotros ni siquiera podemos imaginar.
 
Luis Toxo Ramallo

No hay comentarios: