Con
motivo del impuesto que el Gobierno quiere poner a la Banca esta ya ha
respondido que “si hay resquicios para no pagarlo, lo pelearemos”. La sorpresa
sería que los mismos que nos cobran comisiones abusivas y fraudulentas y nos
timan con sus letras pequeñas se volvieran de pronto altruistas. Rescatar a la
Banca nos costó a los españoles 101.500 millones de euros, de los cuales sólo
se espera recuperar unos 9.500 millones. Esto afectó a nuestros ahorros, a
nuestra deuda y a la bolsa de las pensiones. Pero Oh! Sorpresa!, directivos
acaudalados, como la señora Mª Dolores Dancausa, Consejera delegada de
Bankinter, entidad que hasta junio ha ganado un 11% más que el año anterior,
mientras los demás nos apretábamos el cinturón, considera injusto el impuesto.
No le parecen injustos todos los privilegios de la Banca, como los activos
fiscales que les permiten pagar menos impuestos (el DTA por ejemplo) y
deducirse pérdidas heredadas de la burbuja inmobiliaria que ellos mismos
engordaron. Ahora intentan meterle el miedo a la gente diciendo que eso va
contra la economía… será contra la suya, porque los que sí pagamos impuestos,
sin deducciones ni ingeniería fiscal, sabemos que ese dinero nos retorna en
forma de sanidad, educación, servicios, infraestructuras y ayudas sociales.
También amenazan con que eso va a suponer despedir trabajadores de Banca, lo
que resulta de un cinismo insoportable, teniendo en cuenta que desde el 2008 la
Banca ha mandado a la calle a 124.000 trabajadores, batiendo records en el
2021, con 18.957 empleados expulsados, por no hablar de la precarización
laboral sufrida en las últimas décadas. Y aún se pregunta la señora Dancausa
que no entiende el porqué del impuesto. Se le llama solidaridad, pero esa
palabra no viene en el diccionario del neoliberalismo (ellos prefieren la
caridad, que limpia sus pecados cual hostia divina). Tampoco demoniza el
Gobierno a la Banca, tarea en la que esta no necesita de ayuda y se basta bien
sola: cierre de oficinas (pretendiendo que se pague con dinero público la
apertura de estas en las localidades pequeñas); fomento de la brecha digital,
que perjudica a los más desfavorecidos y especialmente a los mayores de 65 años
(según datos de Cruz Roja casi la mitad tienen capacidades y posibilidades
digitales bajas); comisiones abusivas, especialmente entre aquellos con
ingresos bajos, fomentando las desigualdades; fraude hipotecario; tarjetas
revolving; y un largo etcétera, como demuestra que entre 2011 y 2020 el Banco
de España recibiera un total de 220.900 quejas cuya tramitación se tradujo en
la devolución de 21,27 millones de euros que la Banca había detraído a sus
usuarios (y eso sólo los que tuvieron la entereza y la posibilidad de
enfrentarse a los despachos de abogados de las entidades bancarias). Sin
olvidarnos de la volatilizada Obra Social de las Cajas, desaparecidas en aras
de consolidar el oligopolio bancario, que en el 2008 destinaron más de 2.000
millones de euros a actividades sociales, retorno social que las nuevas y
cebadas entidades bancarias han trasladado a sus beneficios, junto al coste de
todos los servicios que han dejado dar y los sueldos de sus empleados,
sustituidos por los propios usuarios que realizan ahora las gestiones bancarias
y tareas administrativas sin que ello les reporte ningún beneficio económico.
Pero la realidad social y el Estado del Bienestar no deben ser un casino en el
que la Banca siempre deba ganar…mucho.
Guillerme Pérez Agulla
No hay comentarios:
Publicar un comentario