viernes, 16 de septiembre de 2022

LA RAZÓN NO ES POPULAR

—Si la verdad está del lado de la creencia… ¿la razón dónde queda?

—La razón nunca fue popular, las personas no buscan razones, quieren esperanzas, promesas, y a poder ser algo de espectáculo y escándalo. —El discurso de la razón, solo es positivo para los ilustrados, especie que no abunda en España ni tampoco en una Europa que está sufriendo acosos continuos de la sinrazón, y en la que la incertidumbre o el miedo campa a sus anchas, impulsado por la derecha y la ultraderecha en nuestro País. —En esta situación cada ciudadano desea construir y escuchar unas realidades acomodadas a el mismo, que le tranquilice y le sosiegue. —El contexto actual – inflación, la pandemia, o la guerra de Ucrania- está colmado de incertidumbres, que son usadas por los medios de comunicación conservadores y la oposición de su mismo signo, casi únicamente con fines electorales. —Es, todo ello, una batalla propagandística e ideológica que tiene por objeto último trasladar a un mercado desregulado: el trabajo, las pensiones, la sanidad o la educación pública. El trabajo con despido libre, los planes de pensiones bancarios, la sanidad o la educación concertada o privada, son la obsesión permanente para nuestra derecha. —El PP ve en todo ello una oportunidad de negocio, de nuevas mercancías y no de unos derechos colectivos conseguidos con mucho esfuerzo. —Esta derecha, apoya nuevamente el cambio estructural que desea el capital y es amplificado y difundido por sus medios de comunicación. —Los cambios han de hacerse, pero gradualmente y bien explicados, para que los ciudadanos los interioricen, porque los cambios reales modifican la forma en que vivimos, y si los ciudadanos se sienten aludidos o amenazados por discursos de la oposición, que anuncian calamidades y desastres o se les exigen ciertos sacrificios o disciplina por el gobierno, el elector medio, suele estar en contra de todo ello, aunque muchas razones y circunstancias aconsejen sensatamente lo contrario. —Hay urgencia en hacer muchas cosas, pero faltan explicaciones para no confundir o desorientar. —Incluso, muchos electores premian políticamente y de forma sorprendente el hacer poco, más que el hacer mucho y bien, si no, fijémonos en la Galicia de Feijoo. En nada fue castigado electoralmente durante 13 años, por sus resultados en industria, sanidad, educación, vivienda, urbanismo, endeudamiento, obras públicas, o trabajo, entre otras. —Es más común olvidar o desconocer los avances, aun cuando nos favorezcan personalmente, que conocerlos, valorarlos y recordarlos. —El presidente Sánchez se empeña en explicar sus decisiones y las consecuencias positivas de las mismas cuando se producen, usando la razón y los datos, pero, existe una diferencia entre ese discurso “científico” y el de los “creyentes políticos”, el primero se contrasta con el rigor y la coherencia, y es el discurso de los hechos reales. —El segundo discurso, el que se dirige al “creyente” o al ignorante acrítico, procura la reafirmación de sus deseos y convicciones a través de las proclamas del PP o VOX, convenga o no a sus intereses. Pueden, estas arengas, no tener ni rigor ni coherencia, pero son emotivas, simples, y muy comprensibles para el elector poco avisado. Es el discurso de la confusión calculada. Es la racionalidad contra la fe, los hechos contra la emoción, la verdad contra el bulo, lo complejo contra lo simple, y, en todos estos casos triunfan casi siempre los sentimientos. Somos esclavos de nuestras emociones y en ellas se ahorca la inteligencia, mucho más en tiempos de zozobra, incertidumbre y alarma. —Y en ello andamos, camino de un cambio de gobierno, según las encuestas, y ello nos recuerda lo comentado por Josep Borrel cuando advertía como corolario de lo anteriormente dicho: “La razón no es popular, lo popular es la pasión, los sentimientos, las emociones, así, el voto es la excusa de ese sentimiento o de esos miedos en las épocas de incertidumbre.

Septiembre de 2022
LUIS TOXO

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