Diciembre de 2023, 45 aniversario del referéndum en el que los españoles de entonces aprobaron y aceptaron, de forma muy mayoritaria, como propia la máxima norma que ha venido haciendo posible una convivencia en paz de esa generación, y todas las que han nacido, crecido y razonablemente prosperado en bienestar hasta hoy.
La práctica totalidad de los representantes de los partidos políticos, de otros poderes del Estado, y resto de entidades asistentes al acto de conmemoración que han declarado se han apresurado a decir que hace falta reformarla, modernizarla, actualizarla, etc., de forma mucho más intensa piden hacerlo muchos de los que no asisten. Según alguna consulta de medios de comunicación algo parecido pide más de un 60% de los ciudadanos preguntados, alguna consulta habla que hasta ⅔ del electorado.
Los más entusiastas defensores de que nada se toque coinciden con los partidos y colectivos que la están incumpliendo a diario, impidiendo la renovación del Consejo General del Poder Judicial, incluso abundan jueces y fiscales que reclaman una extraña separación de poderes en la que ellos asumen competencias del Parlamento y del Gobierno (Montesquieu tenia razón cuando mantenía que “… así el poder de juzgar no debe quedar en manos de una clase o profesión”, para no desvirtuar la obligada colaboración entre poderes)
Respecto a colectivos y organizaciones anti-sistema, a los que cualquier norma democrática les sobra, intentan simplemente aprovechar las libertades y derechos que la propia Constitución les concede para derogarla, es más hay representantes de ellos en los escaños del Congreso y Senado y en las asambleas y algunos gobiernos autonómicos y locales.
Tema aparte son las reformas apuntadas o sugeridas, siempre sin entrar mucho en detalles, no tratan de temas menores, afectan a partes del texto que en 1978 se protegieron mediante procedimientos complejos, que exigen amplios acuerdos, muy amplios acuerdos, puntuales y generales.
Empecemos por analizar lo más fácil, comenzar a tramitar la iniciativa: exige el voto favorable de 174 senadores y 234 diputados al mismo texto. Texto que continuara siendo un “Proyecto de Reforma”. Después habrá que celebrar unas Elecciones Generales que darán unas nuevas Cámaras, estas tendrán que aprobar, con mayorías iguales a sus precedentes, el texto definitivo que se someterá a ratificación por los ciudadanos, mediante referéndum.
Analicemos con la actual relación de fuerzas parlamentarias posibles fórmulas viables. Teniendo en cuenta la relación de fuerzas resultante del las últimas Elecciones Generales, solo es posible para iniciar el proceso de elaboración del Proyecto de Reforma, tanto en el Congreso como en el Senado, la suma PP+PSOE, a día de hoy ambas fuerzas proponen direcciones radicalmente opuestas para cualquiera de los temas a incluir o modificar en el texto constitucional, sea en el aspecto territorial como en los económicos y sociales. A nadie se le oculta que en temas como el territorial no contar con un cierto nivel de acuerdo con las posiciones de los partidos nacionalistas conduciría inevitablemente a tensiones cuya salida política, social e incluso legal, sería más que difícil indeseable y problemática. Si el tema es social y económico los llamados interlocutores sociales tienen algo más que voz y voto, la paz social o meramente un ambiente que permita a España crecer y competir un mundo al que la globalización está haciendo cada vez mas impredecible e inestable, el papel de esos interlocutores es de importancia capital.
Juzgue el lector cuales son las posibilidades reales de arrancar cualquier otra cosa que sea diferente a una Comisión de estudio, para preparar papeles cara al futuro. (Yo lo consideraría una buena idea).
Olvidemos
las reformas de los temas especialmente protegidos y
de algunos casi cosméticos,
¿Se pueden mejorar cualquier aspecto mínimamente progresista con la
actual relación de fuerzas parlamentarias?
No, por decisión de
los votantes las fuerzas conservadoras tienen en su conjunto
capacidad de veto e iniciativa en ambas cámaras. Incluso una sola de
ellas, el PP, puede bloquear y vetar en Senado "sine die"
cualquier iniciativa de reforma constitucional, que superara el
Congreso.
¿Qué fuerzas serían necesarias para alcanzar las mayorías que permitirían llegar a plantear a los ciudadanos un texto hoy? Con la actual composición de las Cámaras, en el Senado solo es posible con la participación activa del PP y del PSOE, En el Congreso tanto el PP como el PSOE pueden impedir cualquier propuesta, incluso con una simple abstención. Para que prospere una propuesta de iniciar el proceso también sería necesaria al menos la suma del PSOE+ PP, a las que políticamente sería necesario sumar otras fuerzas durante la tramitación para evitar derivadas socialmente indeseables. Conclusión, hoy hablar de reforma de la Constitución es atenerse al dicho: “el esfuerzo inútil conduce a la melancolía".
Es evidente que VOX tiene como objetivo la derogación, así que solamente es de esperar su apoyo a cualquier iniciativa que contribuya a su deterioro. Continuemos analizando lo que sostienen los irreductibles “progrés” más optimistas, como si de verdad se quiere adaptar la Constitución habrá que contar con el PP sí o sí, el nuevo texto solo será más progresista que el actual, si el PP está en franca minoría, en las dos elecciones necesarias. Sí, dos elecciones, además del referéndum, una primera en la que perdiera sustancialmente escaños (Y que no fueran a VOX), en especial en el Senado para que fuera posible iniciar la elaboración del Proyecto, y en caso de reformas de las protegidas por el artículo 168, que las pérdidas se mantuvieran cuando se convoquen las elecciones para las Cámaras, que elaboraran el texto definitivo.
Por otra parte, cualquier político que pretenda que la nueva Constitución, tenga una vida y una aplicación aceptable a medio plazo, deberá llegar a la conclusión que eso solo será posible si es aceptada incluso por fuerzas antagónicas y a la baja, mediante el equilibrio y la ambivalencia.
Diciembre de 2023
Isidoro Gracia
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