El revés electoral en las elecciones locales y autonómicas sufrido por el PSOE, superado posteriormente en las generales con un resultado positivo determinó que la trascendencia de la cita electoral gallega superase el marco autonómico. Lamentablemente fue un fracaso que cuestiona con severidad a los dirigentes del socialismo gallego.
Tras una crisis, nada inocente, se desbanca la dirección del socialismo gallego y a su Secretario General, D. Gonzalo Caballero esgrimiendo entre otras razones la precariedad de los resultados de las últimas elecciones autonómicas. Por cierto 14 diputados frente a los nueve actuales. Y seria injusto olvidar que en esos comicios el socialismo gallego se encaminaba con solvencia al reto electoral siendo quebrada de forma abrupta su singladura por la pandemia, mientras -por razones obvias- el candidato Sr. Feijoo en su condición de Presidente de la Xunta protagonizaba totalmente la escena en detrimento de sus adversarios.
Reproche que cabe considerar de escasa solvencia en tanto si en algo se distinguió aquella dirección política, es de éxitos electorales que por vía de ejemplo se reflejarían ganando las elecciones generales en Galicia por primera vez. Al tiempo cabe reconocerle al anterior Secretario General, su apuesta por dinamizar la vida partidaria y su continuada presencia en las Casas del Pueblo que mantiene la organización en el País.
No deja de ser curioso el saldo de tal operación. El PS de G con la nueva dirección cuenta por derrotas las citas electorales. Su capacidad de interlocución con la sociedad gallega caminó hacia una penosa irrelevancia. Similar circunstancia se da en la vida interna, donde tras la crisis generada hubo notoria falta empatía para suturar la heridas habidas y normalizar la vida interna. En el curso de la legislatura es difícil rescatar pasajes significativos en el debate parlamentario tras ser descabezadas las voces más sólidas con capacidad opositora. E indudablemente se percibe notorio marasmo en la actividad orgánica donde muchas de las sedes languidecen carentes de actividad.
El severo batacazo habida en los últimos comicios son una enmienda a la totalidad a la gestión del proceso electoral. De falta de finura al designar al candidato, conscientes de la fragilidad de su grado de conocimiento por los electores tras una larga ausencia de la política. Asimismo su fugaz paso por la Delegación del Gobierno ó el Parlamento Español, despertó cierta suspicacia en esos mismos electores, desconcertados por tantos movimientos, que alguien tuvo a bien considerar estratégicos. Previamente tampoco contribuyó a despertar confianza en el grado de compromiso con el reto electoral, al ver los titubeos de un Secretario General que rehuía algo que cabria intuir incluido en su compromiso.
El PS de G, tienen distorsiones internas que pueden ser muy comprometidas a medio plazo. Algo que no es exclusivo de esta organización territorial como nos indica la lectura de los diversos procesos autonómicos. En el caso gallego, ya desde los tiempos lejanos del inicio de la andadura democrática, como Federación Socialista Gallega del PSOE, tuvo cierta vocación cainita, pero que en honor a la verdad, sus sucesivas crisis se solventaban con debates democráticos.
La situación actual indica la necesidad de una renovación profunda, sin medias tintas. Si se pretende recuperar la credibilidad del compromiso con la ciudadanía procede realizar una catarsis sin tapujos ni interferencias ajenas al ámbito gallego. Semeja irreal ante la dimensión del problema, y absurdo con el espacio de cuatro años por delante para una convocatoria electoral, abrir un proceso exprés, cual si a la vuelta de la esquina en un acto de enajenación el Sr. Rueda fuese a convocar elecciones.
Se fuerzan plazos, se menoscaba el debate y se ningunea un necesario tiempo de reflexión, de aunar voces y recomponer el tejido orgánico. De estimular convicciones, promoviendo la participación. De forma aleatoria se impone un proceso que invita a la melancolía, encaminado a encaramar a los protagonistas de la debacle como gestores de un futuro, que tras lo visto semeja muy poco alentador. Confundir el camino en esta encrucijada, es un claro riesgo de abocar la opción socialista en Galicia a la absoluta irrelevancia.
En ocasiones como estas, procede poner en valor la generosidad y la grandeza del tipógrafo ferrolano D. Pablo Iglesias Pose, apóstol laico del socialismo español y el tesoro moral de su legado. Suya es la cita, “No solo hacen adeptos los partidos con sus ideologías, sino con buenos ejemplos y la recta conducta de sus dirigentes”.
*Antonio Campos Romay ha sido diputado en el Parlamento de Galicia.
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