miércoles, 15 de abril de 2009

CRISIS, COMPETITIVIDAD Y ESTADO DE BIENESTAR.

Hay quien sostiene que, en España, al Estado de Bienestar le ha llegado su hora con la actual crisis, muchos lo hacen de buena fe influidos por la presión mediática y los mensajes de las entidades financieras, las patronales, los “expertos” a sueldo de ambas, y los partidos conservadores, en especial del PP. Para ellos es inevitable bajar los impuestos, sobre todo a las rentas de capital, reducir drásticamente las cotizaciones sociales, no prorrogar las coberturas al desempleo (que desincentivan la recolocación), etc., porque el sistema es poco eficiente y competitivo. La generalizada creencia, que han logrado introducir en la mente de muchos ciudadanos, de que los países con mayor presión fiscal se encuentran entre los menos eficientes y competitivos del mundo es sencillamente falsa. Según el informe Taxation trends in the uropean Union (Edition 2007), Suecia, Bélgica, Francia, Finlandia, Austria y Alemania se encuentran entre los diez primeros puestos de Europa en cuanto a carga fiscal global (total de los impuestos y cotizaciones de seguridad social) y superan a España en la carga fiscal sobre el trabajo (impuestos sobre el trabajo más cotizaciones sociales, dividido entre la remuneración bruta total de los trabajadores). Si comparamos ahora las economías de aquéllos con nuestro país en 12 variables (The Global Competitiveness Report 2007-2008), el resultado es demoledor: los seis nos superan ampliamente en eficiencia y competitividad. Tan sólo tres países se sitúan por detrás de nosotros en una de las variables y cuatro en otra. En el resto, España ocupa una posición inferior.
El último ejemplo de falsa solución lo encontramos en el discurso de investidura del Sr.Feijoo, su propuesta de reducción del IRPF, del impuesto de sociedades y de otras cargas fiscales, ignora de forma consciente, que los más desfavorecidos reciben su salario en buena parte a través de la componente social, para ellos la sanidad de toda su familia, la educación de sus hijos, la pensión de sus mayores, las ayudas a sus dependientes y sus posibles prestaciones por desempleo, es su salario más garantizado, en muchos casos la mayor de las componentes y depende de una política fiscal donde los impuestos directos y cotizaciones sociales tienen el peso suficiente para redistribuir parte de la riqueza que entre todos producimos y de la que unos pocos pretenden apropiarse.
Abril 2009
Isidoro Gracia

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