lunes, 14 de marzo de 2011

ENERGIA NUCLEAR - ¿UNA ALTERNATIVA?

A la hora de analizar como diseñar el sistema de generación de energía, es imprescindible partir de la situación real del tema, una situación que fue bien descrita en el informe de la ONU “Nuestro Futuro Común”, donde se acuñaron las tesis sobre el “desarrollo sostenible” (1986), que en el comienzo del capítulo dedicado a la energía decía casi literalmente: no existe ninguna fuente de energía, ni ninguna combinación de fuentes, que sea capaz de subvenir las necesidades humanas, en los actuales términos del desarrollo necesario para el bienestar. Esto nos lleva a que todas y cada una de las posibles fuentes de energía son imprescindibles y en consecuencia deben ser explotadas, pero evidentemente dentro de los límites del desarrollo sostenible, en el tiempo, actual y futuro, y en el espacio geográfico en que se actúa.


Todos los sistemas promovidos por gobiernos sensatos están y estarán basados en las garantías de suministro, y el coste unitario final. Es posible que por razones estratégicas o políticas se incluyan otros referentes, en 2007 es claro que el tema del impacto medioambiental y la opinión pública, en los países democráticos, son referentes obligados.

Comencemos el análisis por lo básico: garantía de suministro y precio final de la unidad energética.

Las reservas de gas y petróleo contrastadas y explotables a precio razonable permiten garantizar el suministro durante los próximos 50 ó 60 años, las del carbón más de 200 años a buen precio, las fuentes primarias llamadas renovables, “sine die” es decir garantizan el suministro para siempre, eso si hoy son más caras que las anteriores. El gas y el petróleo se producen en más de 50 países, el carbón está presente y accesible en todos los continentes, salvo en América del sur, y las fuentes renovables tienen presencia universal e inagotable, aunque las tecnologías de captación o producción sean caras.

Los depósitos disponibles de uranio; reservas mineras + desmantelamiento de armas + combustible reprocesado, garantizan 30 ó 40 años, siempre que el parque nuclear de 440 grupos no crezca mucho.

Las reservas en cantidades apreciables y a precio razonable se concentran en 6 ó 7 países, la producción minera de los 5 principales está en manos de una sola empresa (canadiense), la fuente militar en más de un 90% es procedente de los arsenales ruso y americano, las tecnologías de reprocesamiento son caras y están en muy pocas manos y los reactores capaces de funcionar con combustible quemado (reactores rápidos o reproductores) no han pasado de media docena, debido a su baja rentabilidad y problemas de seguridad, a pesar de ser capaces de multiplicar por 50 ó 60 veces la cantidad de energía extraída por kilo de combustible, respecto a los reactores de fisión “clásicos”.

En el tema precios, la gran ventaja de la central nuclear era un combustible barato, otros dos componentes del precio, el de la inversión inicial y el de operación y mantenimiento son demasiado elevados para ser competitivos, salvo en el caso francés debido a la construcción casi en serie del parque nuclear y a la ausencia del coste de seguro de accidentes, que el estado francés cubre sin repercutir en el precio de operación.

Desgraciadamente, una vez terminada la salida al mercado del uranio procedente del desmantelamiento de los arsenales militares e iniciado el lanzamiento de nuevos proyectos de centrales, el precio del uranio ha subido un 700% en poco más de 5 años; como referencia el precio del petróleo ha oscilado en un 90% en el mismo periodo, considerado incierto para el suministro.

Sin olvidar lo anterior, entremos en el terreno del medio ambiente y de la opinión pública. Para evaluar cada fuente y cada tecnología es necesario tener en cuenta el conjunto del ciclo: extracción y procesamiento del combustible, construcción de la central o de la instalación de captación, operación de la misma, reposición del entorno y gestión de los residuos.

La primera afirmación es que ninguna opción es inocua para el medio ambiente, el uso de todas las fuentes impacta en el entorno natural. La minerías del carbón y del uranio así como la extracción del petróleo y el gas, su transporte y procesamiento, la construcción de los centros de producción y la explotación generan CO2 (en el caso nuclear solo el 20 ó 30 % del generado por el carbón, en el caso del gas el 60%), en el caso del carbón también posible lluvia acida, y todos contaminación térmica y polución del entorno más próximo. La hidráulica, la más eficiente y barata impacta sobre el paisaje y cambia condiciones microclimáticas, y la eólica y la solar impactan de forma similar, incluso se han descubierto colonización de especies ajenas al medio natural aprovechando la sombra de los espejos de la central solar de Almería.

La segunda es que unas son menos o mucho menos impactantes que otras y sus efectos son más o menos reversibles. Solo en el caso nuclear la posible irreversibilidad no tiene solución hoy, lo que no quiere decir que en un futuro próximo esto cambie.

A modo de conclusión, la energía nuclear de fisión no es la alternativa, es un componente no prioritario cuyo peso debe estar basado en sus pocas ventajas y sus muchos inconvenientes porque no se puede prescindir de ninguna de las fuentes, pero hay que priorizar otras; sin embargo un mínimo parque nuclear parece necesario ya que el dominio de esa tecnología es imprescindible para estar en la apuesta del futuro que es la fusión, para España el tamaño de 6 a 8 grupos nucleares parece más que suficiente.

Elaborado en Marzo de 2007

Fdo: Isidoro Gracia

(DNI: 7752400C)

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