martes, 17 de enero de 2012

La enseñanza no es mercancía.

El Plan Pidal, aprobado en 1845 como primer proyecto educativo por el que el Estado liberal español se quería hacer cargo de la educación, señalaba en su preámbulo algo que hoy nos choca por su intervencionismo, pero que considero gran idea: la enseñanza de la juventud no es mercancía que pueda dejarse entregada a la doctrina de los especuladores".

No sé si Gil de Zárate, que era buen conocedor de la necesidad que existía en España de una enseñanza nacional, le coló al ministro Pidal esta frase en el preámbulo de la ley que se aprobaría, pero en todo caso las Cortes, con mayoría moderada en ese momento, aprobaron la primera ley educativa de España tal y como he dicho. Ciertamente ¿como dejar que le enseñanza se pueda convertir en una mercancía, como ocurre hoy -y antes- con tantos centros privados, que seleccionan a los alumnos por la riqueza de sus familias o por el abolengo de sus padres? Los diputados liberales del siglo XIX lo dejaron escrito, aunque luego la sociedad, la rapiña y el clero se encargasen de desvirtuar aquella frase lapidaria. Pero hoy asistimos a una situación en la que la enseñanza pública está muy abatida, muy baqueteada por el reciente gobierno (que ya dio muestras de sus intenciones cuando estaba en la oposición) y por los Consejeros de las Comunidades Autónomas, en especial el de Galicia, que clama al cielo con su ceguera y hostilidad a la enseñanza pública.

Se recortan horas lectivas pero no se recortan los contenidos curriculares (grave aberración que ha sido denunciada más de una vez), se niega el estudio de disciplinas optativas a alumnos por el hecho de no reunir un número determinado, ¡aunque el profesorado tenga disponibilidad horaria!, se permiten horarios escolares antipedagógicos, donde los alumnos soportan clase tras clase sin el más mínimo criterio racional; se ha optado por dar negocio al transporte escolar en vez de retomar los comedores escolares, verdadera ocasión para que el alumno se socialice fuera del aula en el propio centro; se maltrata al profesorado cuando reclama no más sueldo (¿cuando lo hemos escuchado?) sino más calidad educativa, y dicha calidad no es posible con burócratas del tres al cuarto en la Consellería gallega. No es posible alcanzar la calidad que en Finlandia, por ejemplo, sin recursos, sin racionalizarlos como se ha pedido una y mil veces, sin una ratio por aula que esté acorde con las necesidades de los alumnos más desfavorecidos. 

La atención a la diversidad, verdadero logro social de las leyes educativas de nuestro país (LOGSE y LOE) no es posible en la práctica en algunos centros al haber cercenado el Conselleiro -con sus corifeos aduladores- a los profesores de pedagogía terapéutica. Mientras tanto todo son parabienes para los centros religiosos, para la enseñanza privada, para los centros concertados, a los que por cierto, ahora se le deben ingentes cantidades de dinero que debió ser preservado no gastándolo en idioteces. Malos tiempos para la enseñanza en España; malos para los alumnos y profesores gallegos. Entre tanto, los sindicatos hacen la pirueta de convocar un día de huelga (simbólico) cada año, en vez de intentar movilizar al profesorado con una labor paciente que no tendrá sus frutos hasta pasados unos años.

L. de Guereñu Polán.

No hay comentarios: