sábado, 4 de febrero de 2012

Un ministro de Defensa sospechoso



El actual ministro de Defensa es un personaje vinculado a los intereses armamentísticos desde hace tiempo. Parte de su actividad profesional, de sus negocios y de su patrimonio han estado relacionados con la venta de armas. Ha sido presidente en España del segundo productor mundial de misiles, MBDA (Aérospatiales Matra-Misiles, Finmeccanica y Matra BAe Dynamics, fusionadas en 2001). Como tal hizo negocios con el Ministerio de Defensa español por más de 27 millones de euros. Desde 2005 el actual ministro de Defensa ha sido representante de la empresa Instalaza, productora de bombas de racimo hasta que fueron prohibidas en 2008. No es buen cartel para un ministro de Defensa de un gobierno democrático, a no se que el gobierno no quiera ser democrático. Como empresario presentó una demanda al Gobierno español de 40 millones de euros por las pérdidas tenidas (su empresa) al haber sido prohibidas las bombas de racimo. ¿Estará interesado en seguir con la demanda a favor de su antigua empresa privada?

Esto de nombrar ministros de economía a banqueros, de industria a industriales y especuladores, de defensa a productores de armas, no parece buena idea, salvo para el actual gobierno, que cree es preferibe no dañar los intereses de las empresas privadas que los de España en el concierto internacional. Puede que yo me equivoque, pero lo cierto es que el dictator Gadafi lanzó sobre Misrata bombas de racimo MAT-120 fabricadas por la empresa del actual ministro de Defensa. ¿Que tiene en su conciencia este ministro al saber que muchos libios han sido masacrados con las bombas de racimo fabricadas por su empresa y vendidas al dictador Gadafi? ¿Como se puede actuar tan impunemente y aparecer ante el público con tan poca dignidad?

Admito -como no podría ser menos- que alguien desmienta la información que aquí doy. Si fuera equivocada me alegraría, pero me temo que no estamos en buenas manos en materia de Defensa, aunque sí en muy buenas manos en materia de ofensa y violanción de derechos humanos.

L. de Guereñu Polán.

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