Un ministro peligroso
El
escurridizo ministro de Justicia, que ya hizo de las suyas en su
partido cuando era secrearo general con el Sr. Hernández Mancha, no ha
parado hasta que conseguir una cartera ministerial. Ahora -como en el
Ayuntamiento de Madrid y en la Comunidad Autónoma- sigue engañando a los
españoles. Solo hay que desear que no lo permitan.
Para
dar contento a los electores conservadores e integristas, que tienen en
poco los derechos de la mujer, casi en el mismo día en que el mundo
"celebraba" el día de la mujer trabajadora, se ha permitido decir que
"el miedo a perder el trabajo" ha llevado a muchas mujeres a abortar. Si
así fuese -y ya es considerar a las mujeres estúpidas- la culpa la
tendrían los amigos del ministro, algunos desalmados empresarios (más
que empresarios patrones) que no respetan un derecho fundamental como es
el de la maternidad.
El
derecho a la maternidad, aunque el peligroso ministro de Justicia se
empeñe en decir lo contrario, no ha estado amenazado nunca en España. ¿a
qué mujer se la ha dicho que no puede ser madre si no tiene obstáculo
biológico para ello? A ninguna: las que han querido serlo lo han sido;
las que han tenido el derecho a decidir sobre su vida hasta éste
momento, en que el peligroso ministro de Justicia quiere rebajar
drásticamente los derechos de las mujeres a interrumpir su embarzado
como si ellas no supiesen lo que deben hacer por sí mismas.
El
ministro de Justicia, que presume de "centrista" y es tan reaccinario
como el resto del Gobierno, se ha destapado una vez más: creo adivinar
(perdóneseme el atrevimiento) que tendremos problemas con éste ministro
(también con otros) que es un personaje rancio y antiguo, a pesar de que
se esfuerza en aparentar lo contrario, y que lejos de apoyar a la
familia en lo que ésta necesita: asistencia, educación, sanidad,
independencia, libertad; lo que hace es constreñirla a unas normas que
solo están vigentes en países africanos, donde zulues y mohamedes
gobiernan.
Tengo
para mí que tenía razón Casandra cuando Eurípides puso en su boca que
"la mujer casada era esclava". Debió tener Eurípides una premonición
sobre la existencia, siglos más tarde, de un ministro retrógrado que
quiere hacer de la mujer, casada o soltera, una eterna menor de edad,
para poder así manipularla mejor.
L de Guereñu Polán.
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