Se afirma, con demasiada frecuencia, que el elevado endeudamiento del Estado español se debe a que, cuando estalló la crisis, los españoles vivíamos por encima de nuestras posibilidades. Algunos autores, como VICENÇ NAVARRO, JUAN TORRES LOPEZ Y ALBERTO GARZON ESPINOSA, sostienen que el descomunal endeudadmiento de España es sobre todo privado, de particulares y de empresas, y que éste se ha proudcido porque nuestros salarios, en reducción continuada durante los últimos años, se han ido situando por debajo de nuestras necesidades.
Sólo algunos datos para coorroborarlo: en 1960 la participación de los salarios en el PIB español (al coste de los factores) era del 68%; en 1976 alcanzaba su máximo histórico en los últimos 35 años, un 73,63%; descendiendo hasta un 60,21% en el año 2008, justo cuando acababa de estallarnos la crisis, originada en un principio con las hipotecas basura en los EE.UU. y extendida luego a la economía mundial
En los últimos años, sobre todo a partir de nuestra incoporación real a
Esta pérdida de peso de los salarios ha tenido dos grandes efectos: por un lado, ha debilitado mucho el mercado interior, porque éste depende del gasto que se realice, y, por otro lado, ha inducido a particulares y a pequeñas y medianas empresas a un progresivo endeudamiento para poder hacer frente a sus respectivas necesidades.
No es casualidad ni mucho menos que España sea, al mismo tiempo, el país en donde no han subido los salarios reales y el que ha registrado un incremento más vertiginoso del endeudamiento privado, que ha llegado a representar el 150,4% de la renta disponible neta, y una reducción correlativa del ahorro que ha llegado a situarse en tan sólo un 11% de dicha renta.
Por lo tanto, estos datos ponen de manifiesto que nuestro endeudamiento no se debe, como con demasiada frecuencia se está diciendo, a que los espoñoles hayamos vivido “por encima de nuestas posibilidades”, sino a que los salarios han estado por debajo de nuestras necesidades.
Delfín Fernández Alvarez
Vigo, 8 de marzo de 2010
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