jueves, 14 de junio de 2012

¿Es todo un gran engaño?

Creo que no puede ser más desacertado el nombre que se le dió, en 2009, al Fondo de reestructuración ordenada bancaria (FROB), pues si bien es cierto que se trata de un fondo de recursos económicos, ni parece que haya reestructurado nada -la banca española ha ido de mal en peor desde aquel año- ni menos ha sido "ordenada", sino totalmente desordenada. Y ha sido desordenada porque la improvisación ha primado sobre cualquier otra circunstancia. Creo que dicha improvisación es consecuencia de una ignorancia supina en España sobre lo que se cuece en las finanzas del mundo y más concretamente en Europa. No digo que no haya economistas solventes -no tengo autoridad para asegurarlo- pero no están en los centros de decisión. En estos están los amigos de los que gobiernan, mediocres, sin sentido del Estado, jugando a aprendices y atentos a los intereses de unos pocos.

Después de mucho escuchar y mucho leer, después de mucho reflexionar, soy de los que creo que las "políticas fiscales y macroeconomicas" de España se van a ver afectadas por la inyección de dinero a la banca en una cantidad tan monstruosa como 100.000 millones de euros (ya sé que puede no alcanzarse la misma). Y lo cierto es que la decisión sobre esta inyección a la banca no ha sido tomada por los representantes legítimos de la soberanía popular, sino por grupos fácticos al margen de toda legitimidad democrática. 

Hasta hace poco todos teníamos la convicción de que los depósitos de los ahorradores en los bancos estaban respaldados por la tutela del Estado: ya vemos que tal cosa ha cambiado; muchas personas acuden a sus bancos y se les niegan sus ahorros tras engaños sufridos sin que ningún poder público haya advertido sobre los riesgos de ciertas operaciones; la misma banca, emponzoñada en productos "tóxicos" de la banca internacional ha quebrado y ahora necesita recapitalizarse. Todos sabemos que un banco puede conceder créditos, hacer operaciones comerciales, etc. si dispone de un capital que lo respalde; de lo contrario dichas operaciones no son fiables y no tienen viavilidad. 

Sucesivos gobiernos de España se han ocupado de hacer desaparecer una banca pública que es a todas luces necesaria, que esté respaldada por el Estado y cuyo capital sea, por lo tanto, de todos los españoles. Por supuesto que al frente de ella ha de haber especialistas a los que se niegue la posibilidad de operaciones de ingeniería financiera que pongan en riesgo el patrimonio público. Mientras esto ocurría, Europa se ha ido poblando de gobiernos conservadores a los que ha venido muy bien la privatización de la banca pública, porque cuadra con sus objetivos políticos e intereses de grupo. Los partidos socialistas hegemónicos en la izquierda europea no han sabido, o lo que sería peor, han sido cómplices, de estas políticas. 

Pero bien (en realidad, pero mal) ahora llega a España una monstruosa cantidad de dinero prestada a la banca española de manos del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, pero con unas condiciones en fiscalidad "segura" (todos podemos imaginar que significa lo de "segura") y el objetivo de que España contenga su déficit público en no más del 3% para finales de 2013. Por supuesto la monstruosa cantidad de 100.000 millones de euros hay que devolverla, y para ello se pondrán condiciones a los bancos españoles. Mientras todo esto se lleva a cabo, el Estado es el aval de la devolución del dinero (es decir, todos los españoles). 

Me cuesta creer que se pueda hacer todo esto sin subir el IVA (un impuesto que por indirecto tiene una componente antiigualitaria) y sin aumentar la productividad en todos los sectores económicos (pues no se fabrican 100.000 millnes de euros de cualquier manera). Aumentar la productividad implicará trabajar más y contener los salarios, reducir el gasto público (es decir, desatender servicios básicos) y presionar fiscalmente si ello es necesario a medida que se vea corre riesgo el cumplimiento de aquel déficit público del 3%. Como la banca española -la actual y la futura- no es de todos los depositantes (ahorradores) sino de unos pocos, los más poderosos financieros que controlan sus consejos de administración, el préstamo de 100.000 millones se ha dado a unos pocos, pero lo avalamos todos (el Estado). Espero haber sido claro en mi comprensión del problema que, con ser más complejo, se puede reducir a lo aquí dicho para el común de los mortales.

L. de Guereñu Polán.

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