lunes, 4 de junio de 2012

SOLEDAD

Hacía tiempo que no denotaba esta soledad y a la vez este sentimiento agridulce que me acompañó en el día de ayer 3 de Junio de 2012 en Santiago de Compostela.


Una denominada plataforma en defensa de la sanidad, nos convocaba en Compostela a un acto cívico de defensa de nuestros derechos colectivos e individuales en los ámbitos de la enseñanza y la sanidad.
Localicé a un antiguo correligionario y a su esposa, y sin llegar a colmar mis expectativas, me atreví a pensar que estaba por llegar todavía el conjunto de mis compañeros de UGT.

Mi decepción fue comparable a la de aquéllos que todavía esperan a que Rajoy les diga lo que va a hacer.

Seguramente mis compañeros de sindicato tendrán sus razones para no acudir a este acto, pero sé que van a disculpar mi profunda tristeza por esta decisión. Creo que SIEMPRE hay que dar la cara, y lo digo a sabiendas de que no fue una convocatoria exitosa, en cuanto a la participación, pero debemos todos coincidir en las reivindicaciones de la misma y condenar la incalificable falta de unidad en la defensa de temas tan agresivos hacia la clase trabajadora.
Por un lado el protagonismo, exacervado de algunos y por otro lado la actitud timorata, cuando no vergonzante de otros, hace que quién nos gobierna y toda su cohorte de adláteres se froten las manos ante la expectativa electoral que se nos presenta, como si estuviésemos avalando su demencial alternativa, o apoyando directa o indirectamente su campaña, como pudiera interpretarse de alguna actuación.
Por un lado están aquéllos que lamentablemente sufren una profunda catarsis interna y por otro, no menos delicado y para mi más lamentable, un PSOE que viene de perder las elecciones y no se sabe bien si algo más, peleando por un liderazgo que cada vez parece más alejado del conjunto de los ciudadanos y sobre todo de los trabajadores, que debieran ser los receptores inmediatos de sus políticas.
Todo ello dibuja un panorama sombrío para la clase trabajadora, que si no se produce un giro sustancial de los sindicatos de clase en sus demandas, se van a ver desbordados por el conjunto de los trabajadores en una actitud de defensa de sus intereses que pudiera convertirse en un tsunami de impredecibles consecuencias.
Sé de la complejidad de mi organización y de sus diferentes sensibilidades sectoriales, incluso de la importancia de los debates congresuales, externos e internos. Pero no somos nada si no somos capaces de entender y en consecuencia, defender los intereses de las personas más desprotegidas, ya que no seremos merecedores de su defensa.
Creo que debemos de ponernos en la piel del ciudadano desprotegido y acompañarlo, no solo en la reivindicación, sino en todas sus actuaciones, contra esta desmesurada agresión que están sufriendo sobre todo los trabajadores.
Este debería ser el norte de cualquier socialista y aquél que no lo haga: Que le den por culo a él y a quién lo ampare.
Tenemos la obligación de desterrar a todos los oportunistas o falsos socialistas y para ello necesitamos una profunda catarsis en los cuadros que nos representan. Aquéllos que son los causantes de esta “delicada” situación, no pueden ser jamás quienes arbitren como debemos enfocar la solución.


Juan Fontela

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