sábado, 23 de junio de 2012

Una SGAE "caníbal"

Un signo de los tiempos que vivimos es que, para digirir una asociación de autores, en vez de ser elegida una persona notable por las letras, el cine, la composición musical, el arte en general, se elige a personas del espectáculo con dudosa calidad. No es que yo lo considere anatema, pero ¿no se prestigiaría la SGAE con un presidente reconocido por la calidad de su obra? Obviamente también se prestigiaría la SGAE si se restituyese el dinero detraído a la población de manera infame. Un chiste del gran Forges consistía en un paisano que le decía a otro: "Si pasas por delante de la SGAE no se te ocurrra silbar, que te cobran...". 

Ya que se haya fundado en el año 1941 no es buena cosa. Un momento en el que España pasaba hambre, se fusilaba y se perseguía, mientras algunos "autores y editores" se dedicaban a fundar una asociación para defender sus intereses corporativos. Obviamente la SGAE no tuvo nada que ver -que se sepa- con los crímenes del franquismo, pero fue obra de dicho régimen, y lejos de abominar de él, las prácticas llevadas a cabo con el amparo de la ley han venido a colmar burlas y robos a mansalva. 

Si el derecho de propiedad ha sido blandido por las clases poderosas como "sacrosanto", la "propiedad intelectual" se me antoja otro invento de muy insanas intenciones, sobre todo tal y como se entiende en el mundo capitalista. Porque una cosa es que se reconozca la autoría de una obra a quien corresponde y otra que el autor tenga derechos ilimitados en el tiempo sobre los beneficios que esa obra genere. La rapiña no está, por lo que se ve, solo en los banqueros y usureros del mundo, sino en personas que han volcado su atención hacia la faceta empresarial más que a la artística. 

De todas formas, si la nueva presidencia "caníbal" de la SGAE la saca de la ponzoña en la que está, bienvenida sea. Creo que no existe en el mundo otra asociación con las prácticas de "nuestra" SGAE, lo que dice mucho de la mentalidad de quienes la crearon (año 1941), la engordaron durante décadas y se aprovecharon de incautos consumidores. 

L. de Guereñu Polán.

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