miércoles, 11 de julio de 2012

El caso de Ecuador

Si se consultan las esadísticas sobre inmigrantes en España se verá que el mayor número de ellos procede de Ecuador. No es casualidad. Una serie de gobernantes al servicio del gran capital -elegidos, eso sí- han hundido al país sin saberlo defender de la rapiña internacional. Empezó Febres-Cordero con medidas de austeridad que asustan si se comparan con las que actualmente de están aplicando en España, con el agravante de que Ecuador es un país más pobre a pesar de su renta petrolífera. En el paréntesis de Borja Cevallos se repartieron más de 1,7 millones de hectáreas de tierra a los indígenas, pero pronto vino la presidencia de Durán Ballén desde 1992, que llevó a cabo una cadena de privatizaciones dejando al Estado con una caja que se dilapidó pronto pero sin patrimonio. A partir de aquí, con Mahuad y Bucaram, se dio la quiebra del sistema financiero (como en España) y durante el mandato de Gustavo Novoa se pidieron créditos al Fondo Monetario Internacional que provocaron la "dolarización" de la economía escuatoriana (había que hacer la política que dictaba el Fondo y además había que devolver el dinero en dólares).

En marzo de 1999 la situación estalló: el valor del dólar se estableció en 5.000 sucres como consecuencia de medidas que tienen que ver con las políticas monetarias. Se liberalizó el sistema financiero y se desmantelaron los sistemas de control sobre el mismo para que los depositantes y créditos se produjeran con total fluidez (fluidez no equivale a garantía). Los bancos ampliaron sus actividades invadiendo sectores que hasta entonces habían estado en manos de la economía productiva. Se llegó a una época de máximo poder de los bancos y los banqueros. En 1996, sin embargo, ya había tenido que ser rescatado el Banco Continental con 105 millones de dólares de pérdidas. Éste banco, junto con otros, habían financiado la campaña electoral de Muhamad, el cual, una vez presidente, nombra un gobierno de banqueros, como en Italia y España ahora, por ejemplo.

Los créditos fueron de tal calibre que la inflación se incrementó hasta el punto de que el dinero no valía nada. El Banco de Préstamos, que concentró riesgos en sectores de dudosa fiabilidad, sin control alguno por parte del Gobierno, se derrumbó, descubriéndose luego que sus máximos accionistas habían desviado dinero de los depositantes para financiar empresas familiares. El Banco del Progreso (¡que ironía el nombre!) se declaró insolvente poco después y 720.000 depositantes no pudieron sacar sus ahorros... con el beneplácido del Gobierno, que temía se descapitalizase la banca. La población se echó a la calle mientras los bancos, no obstante, quebraban en cadena. Es lo que los ecuatorianos llaman el "feriado bancario": un robo sin paliativos como el que el pueblo español está pagando ahora.

L. de Guereñu Polán.

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