martes, 17 de julio de 2012

La famosa línea roja

La línea roja de Tàpies
Se hablaba de que el Gobierno no debiera atravesar una línea roja para salvaguardar la sanidad y educación públicas, la atención a los dependientes, a los parados... Todo ha saltado por los aires. A éste Gobierno no le para nadie... por ahora. Hasta los jueces y fiscales, corporaciones generalmente conservadoras, han protestado ante los desafueros del ministro de Justicia, un listillo que ya traicionó en su día al señor Hernández Mancha aunque de esto nadie habla. Los mismos funcionarios del Palacio de la Moncloa (bien pagados) han salido a protestar, los de las televisiones autonómicas y los de otras empresas públicas, los funcionarios de los ministerios en sus sedes centrales; no digamos los mineros, que han dado un ejemplo de sacrificio y solidaridad que para mi país quisiera yo.

A los parados se les bajan las prestaciones e incluso las pueden perder si se dan ciertas condiciones, a los dependientes se les deja al pairo, a los docentes se les dificultan las cosas porque la enseñanza no es una prioridad de éste Gobierno, como no lo es la sanidad pública, ya que lo que realmente desearía éste Gobierno es una sanidad pagada por cada uno, como en Estados Unidos hasta ahora (esperemos que prospere el intento del presidente Obama). Pero las grandes fotunas no se ven afectadas por medida alguna, los evasores de impuestos tampoco (a pesar de que son muy pocos, pues entre unos miles concentran más del 50% de la evasión fiscal de España, valorada en unos 70 mil millones de euros). A los que tienen invetidos sus capitales en Sociedades de inversión de capital variable (SICAV) no se les toca, cuando se sabe que son un foco de fraude de primera magnitud, pues quienes figuran como societarios no son los que aportan el capital, que quedan opacos, sino otras personas; además de que estas SICAV están tratadas fiscalmente con suma benevolencia y son difíciles -por la propia ley que las regula, 35/2003) para ser fiscalizadas por la Agencia Tributaria.

Se suben los impuestos indirectos (los más injustros y regresivos, ya que afectan a todas las rentas por igual), se aumentan las retenciones a los salarios mientras que no se gravan las rentas del capital como se debiera (los capitales que debieran ser gravados serían los de cierta cuantía). Se provoca una disminuación del consumo, con los efectos que ello tendrá sobre economías débiles: el tendero del barrio, el dueño del bar, el que regenta un comercio de telas, la hostelería... No se persigue judicialmente a los ladrones de bancos (es decir, a muchos de sus gestores) ya que no hevmos visto actuar a la fiscalía del Estado por la simple razón de que el Gobierno no se lo ha pedido.

Creo que vivimos un momento histórico. Negro, pero histórico. Un gobierno del Partido Popular nos metió en una guerra internacional (la de Iraq) y otro del mismo partido nos mete en una "guerra" interna: la de los ricos, comandados por el Gobierno, contra la mayoría del país, al que se ha engañado vilmente. El Partido Popular no tenía programa, lo ha hecho en estos meses cuando ha visto que la tarta estaba a su disposición y la de los suyos. La excusa de la Unión Europea, en parte es una falacia: ¿está interviniendo la Unión Europea en Polonia, en la República Checa, en Rumanía, en Francia -por cierto, también con graves problemas- en Suecia y Finlandia? No más allá de lo que le corresponde. La Unión Europea interviene en España solo para que se devuelva a la banca alemana lo que la banca española le debe; todo lo demás es falacia.

Presumiblemente -lo ha dicho el Fondo Monetario Internacional- el Producto Interior Bruto de España caiga, es decir, la riqueza nacional. ¿Y como no va a ser así si no se hace nada en favor de la economía productiva? Se paralizan obras importantes que sirven para el desarrollo económico, no se invierte en investigación y desarrollo, se bajan las dotaciones para becas, mientras el Gobierno avala a la banca, que parece va a recibir más dinero de la U.E., esta vez, eso sí, con un control que no ha existido hasta ahora.

Los partidos progresistas -con el socialista en primer plano- debieran plantearse una estrategia contra éste Gobierno que no debiera pasar del próximo otoño. El verano para reflexionar y calentar motores. Nada de paños calientes: con toda la prudencia que las necesidades exijan, pero un objetivo a medio plazo es que éste Gobierno no llegue a la mitad de la legislatura. Para ello ha de movilizarse la población -y ha empezado a hacerlo- pero el cuerpo social no debe adormecerse, debe estar atento porque el ataque a los derechos que creíamos irrenunciables están seriamente amenazados. Más amenazados que nunca.

L. de Guereñu Polán.







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