lunes, 27 de agosto de 2012

Fascismo en Europa del este


Símbolo de la antigua Guardia de Hierro rumana
Causan mucha sensación en Europa los relativos éxitos electorales del fascista partido francés de Le Pen, pero en los últimos años se está produciendo y reverdecimiento muy vivo el neofascismo en el este de Europa, particularmente en Rumanía, Bulgaria, Eslovenia y Hungría. En este último país está muy viva la memoria del sacerdote nazi y antisemita Jozsef Nyiro, que une a su personalidad el haber dejado una importante obra literaria. Más relevancia aún tiene el fallecido en 1998, Albert Wass, también escritor, que ha mantenido vivo el espíritu xenófobo, fascista y nacionalista extremo, además de haber sido denunciado por la Fundación Wiesenthal por considerar que estuvo implicado en la muerte de judíos cuando era joven. Como el anterior, tambien tiene una importante obra literaria y ambos tienen, por esta razón, estatuas en varias ciudades húngaras, así como crecientes seguidores que influyen, en mayor o menor grado, en la política del país, sobre todo en las medidas neoliberalizadoras de la economía como respuesta a la época comunista. 
En el caso de Rumanía hay dos partidos fascistas que están adquiriendo una creciente fuerza, más en la calle y en los centros de decisión que en las elecciones: son el Partido de la Gran Rumanía y Noua Dreapta, ambos xenófobos, nacionalistas exaltados, perseguidores de los gitanos y de otras minorías en el país. En Bulgaria ha tenido en los últimos meses una gran influencia el partido Unión Nacional Ataque, heredero del fascismo que resurgió cuando cayó el régimen comunista y muy influyente a favor de los recortes sociales y el saneamiento de las arcas públicas a costa de la población industrial. En Eslovenia el Partido Nacional ha organizado en los últimos años una serie de actos con participación relativamente numerosa de jóvenes que han levantado símbolos nazis en cada caso. 
Al déficit democrático de las instituciones comunitarias, se une el auge de los partidos fascistas minoritarios, pero capaces con su agitación de amedrentar a la clase media y a los sectores más tibios de la sociedad. No es seguro que los gobiernos respectivos estén actuando con la firmeza que las circunstancias exigen, máxime teniendo en cuenta que dichos partidos -más por estrategia que por convencimiento- apoyan las políticas de ajuste de los gobiernos con el fin de conseguir el descontento de la población. 
L. de Guereñu Polán.

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