Símbolo de la antigua Guardia de Hierro rumana |
Causan mucha sensación en Europa los relativos éxitos electorales del
fascista partido francés de Le Pen, pero en los últimos años se está
produciendo y reverdecimiento muy vivo el neofascismo en el este de
Europa, particularmente en Rumanía, Bulgaria, Eslovenia y Hungría. En
este último país está muy viva la memoria del sacerdote nazi y
antisemita Jozsef Nyiro, que une a su personalidad el haber dejado una importante obra literaria. Más relevancia aún tiene el fallecido en 1998, Albert Wass,
también escritor, que ha mantenido vivo el espíritu xenófobo, fascista y
nacionalista extremo, además de haber sido denunciado por la Fundación
Wiesenthal por considerar que estuvo implicado en la muerte de judíos
cuando era joven. Como el anterior, tambien tiene una importante obra
literaria y ambos tienen, por esta razón, estatuas en varias ciudades
húngaras, así como crecientes seguidores que influyen, en mayor o menor
grado, en la política del país, sobre todo en las medidas
neoliberalizadoras de la economía como respuesta a la época comunista.
En el caso de Rumanía hay dos partidos fascistas que están adquiriendo
una creciente fuerza, más en la calle y en los centros de decisión que
en las elecciones: son el Partido de la Gran Rumanía y Noua Dreapta, ambos
xenófobos, nacionalistas exaltados, perseguidores de los gitanos y de
otras minorías en el país. En Bulgaria ha tenido en los últimos meses
una gran influencia el partido Unión Nacional Ataque, heredero
del fascismo que resurgió cuando cayó el régimen comunista y muy
influyente a favor de los recortes sociales y el saneamiento de las
arcas públicas a costa de la población industrial. En Eslovenia el Partido Nacional
ha organizado en los últimos años una serie de actos con participación
relativamente numerosa de jóvenes que han levantado símbolos nazis en
cada caso.
Al déficit democrático de las instituciones comunitarias, se une el auge
de los partidos fascistas minoritarios, pero capaces con su agitación
de amedrentar a la clase media y a los sectores más tibios de la
sociedad. No es seguro que los gobiernos respectivos estén actuando con
la firmeza que las circunstancias exigen, máxime teniendo en cuenta que
dichos partidos -más por estrategia que por convencimiento- apoyan las
políticas de ajuste de los gobiernos con el fin de conseguir el
descontento de la población.
L. de Guereñu Polán.
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