lunes, 20 de agosto de 2012

Los ricos no tienen crisis

Don Amancio Ortega, quizá el hombre más rico de España, sonriendo por los beneficios obtenidos a cuenta de las plusvalías generadas por sus trabajadores
Don Mariano los conoce bien, como cualquier ministro o presidente de gobierno, como cualquier alto cargo de la Administsración, pero a Don Mariano no le interesa hincar el diente en éste asunto. O son sus amigos, o los financieros de su partido, o sus aliados coyunturales, o de todo un poco.

Los grandes empresarios españoles, que salen a la palestra pública permanentemente para pedir reducción de salarios, más competitividad y reducción del gasto público, no han dado un solo paso -como sí ha ocurrido en otros países- para aportar más al esfuerzo colectivo: ¿para que hacerlo si el Estado no se lo exige? Los grandes banqueros están a lo suyo: si han gestionado mal los ahorros de sus depositantes, que el Estado les rescate, si han practicado la usura y gozan de buena salud, adelante, sin miramientos. 

La mayor parte de los impuestos que recauda el estado anualmente (160 mil millones de euros en el último año) proceden de las rentas del trabajo, mientras las rentas de los beneficios empresariales aportan muy poco a aquella cantiad y además son opacas en muchas ocasiones, porque las empresas tienen buenos equipos de asesores para evadir impuestos. Lejos de aumentar el impuesto de sociedades se ha bajado, con la explicación de que cuanto más alto esté en España dicho impuesto, menos sociedades radicarán en nuestro país. Otra vez la necesidad de una política fiscal común en la Unión Europea, porque de lo contrario, lo que tuvo de bueno la U.E. para España y otros paíes se puede volver en contra.

La economía sumergida, según la propia Administración pública española, mueve 245 mil millones de euros al año, lo que podría representar unos ingresos para el Estado -si no fuese sumergida- de 80.000 millones al año. Hay ricos que tienen una forma peculiar de demostrar su patriotismo (el dinero no tiene patria): colocando sus fortunas fuera de España. Unas 3.000 cuentas de españoles están abiertas en bancos suízos, un paraíso fiscal. Una forma de invertir el dinero (solo para ricos) son las SICAV, que entre otras cosas permiten retrasar el pago de los impuestos (solo el 1%) por los beneficios obtenidos. Otra vez la misma disculpa: si el Estado exige más impuestos a estas inversiones, sus titulares las suscribirán en otros países. La economía global, sin contrapartidas para que la comunidad no sufra el abuso de los ricos es un fraude, cuando hay aspectos de la economía global que sí son positivos.Hay empresas (y ricos) que compran en un país y pagan en un paraíso fiscal, de forman que copran más barato porque no pagan impuestos. El desmadre.

Hay grandes empresas españolas que tienen participación en otras empresas residenciadas en paraísos fiscales... En definitiva: el camino fácil es subir el IVA, bajar los sueldos a los asalariados, restar prestaciones a los parados, reducir el gasto en educación, sanidad, dependencia, becas... Lo difícil, pero lo realmente justo, es atacar aquellos problemas (que solo son un esbozo) de los párrafos anteriores. Para ello se necesita querer hacerlo, se necesita acuerdo con los demás países de la UE (difícil si sus gobiernos son como el español actual) y, en definitiva, dar un giro tan importante a la política económica que se muevan los cimientos del sistema. Y es posible si un gobierno de otro signo cuenta con sindicatos, asociaciones cívicas, organizaciones no gubernamentales, si el partido o partidos que le apoyen moviliza a la sociedad, a los intelectuales, a los universitarios, a todos los que tengan aquella inquietud de que las cosas no sigan como están por la sencilla razón de que están mal. 

L. de Guereñu Polán.

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