sábado, 25 de agosto de 2012

Más decisiones miserables

El Gobierno ha echado sus cuentas y ha visto que puede ahorrar dinero a costa de los parados. Si antes no era necesario que un parado de larga duración tuviese que reunir el requisito de que la unidad familiar de la que forma parte no ingresase más de 481 euros por persona, ahora sí, con lo que se puede dar el caso de parados durante más de un año que no tengan derecho a percibir el subsidio de 400 euros como hasta ahora. Ahorrar a costa de los parados ya implica tener una idea miserable de la política y ser miserables los que toman dichas decisiones. 

Si la esposa o compañera de un parado de larga duración percibe una remuneración mensual de 963 euros, el parado en cuestión no podrá recibir la ayuda de 400 a la que hasta ahora sí tenía derecho, pues aquella cantidad supera en un euro la exigencia impuesta por el Gobierno. Una miseria.

El proyecto de ley sobre desahucios a inquilinos es otra muestra de insensibilidad social por parte del Gobierno, pero esta forma de hablar ya parece eufemística por lo que habrá que cambiarla. Debe decirse, en mi opinión, que el Gobierno ha cedido a las presiones de los propietarios de pisos (hay organizaciones en España que agrupan a propietarios de más de cuarenta o cincuenta pisos) a costa de los inquilinos, la mayor parte de ellos jóvenes. Debe tenerse en cuenta que en torno al 50% de los jóvenes menores de 24 años están en paro, con lo que el ataque sin ambages a este sector social es flagrante. 

Otra medida tomada recientemente por el Gobierno es limitar a 500.000 euros el máximo de remuneración que un directivo de entidades bancarias y otras empresas intervenidas por el Estado puede percibir, con lo que ya sabemos a que manos van a ir a parar los beneficios y las plusvalías de aquellos bancos que han tenido que ser rescatados por el Estado o de aquellas empresas participadas por el Estado en más de un 50% del capital. De escándalo. A España le ha caído una peste que ella misma se ha buscado, porque una correlación de fuerzas distinta a la que hoy existe en el Parlamento impediría los desafueros que aquí se resumen. Malditos sean. 

L. de Guereñu Polán.

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