viernes, 24 de agosto de 2012

Sin política forestal

Las fragas del Eume
Los incendios en el verano una vez más. Ya sabemos que obedecen a múltiples causas: intencionados, excesivo calor y viento, descuidos, desatención de los montes y bosques... Pero un Gobierno que quiera combatir los incendios forestales lo primero que tiene que hacer es tener una política definida sobre los bosques y montes. Luego ya se verá si hay que corregirla o no. 

En primer lugar la mayor parte de los montes (en Galicia, por ejemplo) están en manos de comunidades vecinales que obtienen de ellos madera para venderla y disponer de recursos con los que atienden necesidades de las aldeas implicadas. Pero esos montes no están bien cuidados porque ya no se vive del monte como antiguamente, y -aunque también había incendios- los campesinos y ganaderos hacían las labores necesarias para evitar las quemas. En segundo lugar no existe una política de repoblación con especies autóctonas que sean menos fáciles de incendiarse, ni en todos los bosques y montes existen los cortafuegos necesarios, ni la vigilancia preventiva exigible.

La limpieza debiera ser una obligación ineludible: a sus propietarios, por parte de los Ayuntamientos, las Diputaciones (mientras existan), a las Comunidades y al propio Estado. La Constitución española, en su artículo 148, señala que son competencia de las Comunidade Autónomas (números 8 y 9) "la gestión en materia de protección del medio ambiente", asi como las competencias en "montes y aprovechamientos forestales" y en el artículo 149 se correspondabiliza al Estado en ello (número 23). Pues habiendo tantos interesados en la conservación del monte no se adoptan las medidas que ya han dicho los expertos hasta la sacidad: prevención, cortafuegos, limpieza y servicios eficaces de extinción.

Ahora se va a declarar "parque nacional" la sierra de Guadarrama, donde hay roquedo, prados, arbolado y servicios turísticos entre Segovia y Madrid: ojalá me equivoque, pero ya veremos si el año próximo es o no pasto de las llamas. Un país que, según los escritores antiguos, podia ser recorrido por un ardilla de norte a sur sin tocar el suelo, es ahora un desierto en muchas comarcas. La falta de política forestal durante mucho tiempo tiene buena culpa de ello. 

L. de Guereñu Polán.

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