jueves, 23 de agosto de 2012

Wert el discriminador


A pesar de que los Tribunales de Justicia han ordenado que no se subvencione a los centros educativos que discriminan a los alumnos por razón de sexo, el Ministro de Educación español dice que lo va a seguir haciendo. A pesar de que la Convención de la UNESCO contra las discriminacion señala que no se discriminará por "raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, las opiniones políticas o de cualquier otra índole", el Ministro de Educación español hace y hará caso omiso. Es el ejemplo genuíno del no respeto a la ley y a los acuerdos libremente firmados por España. Parece que el señor Wert ha sido pueso ahí para que favorezca lo más posible a los centros privados, dentro de estos a los religiosos y dentro de los religiosos a los del Opus Dei. Se trata de una constante burla: se reducen las becas, se aumenta la ratio de alumnos por aula, se despide a profesores, no se dota a los centros de especialistas en pedagogía terapéutica, no se atiende a las reclamaciones de los docentes en materia de horarios pedagóticos, se ciñen dichos horarios -en ocasiones- a los deseos de las empresas de transporte, se cometen mil agravios entre los que están una total desvirtualización de la Ley de Educación y el hacer oídos sordos a los mandatos judiciales. 

Es de esperar que los sindicatos y los claustros de profesores actúen, que los padres y los alumnos actúen, pero mientras tanto el ministro Wert ¿estará pensando en centros para cojos y para no cojos, en centros para gordos y otros para flacos, para pobres y otros para ricos (ya existen, pero no con el patrocinio del Estado), en centros para torpes y otros para listos...?

Cuando el señor Wert hablaba en las tertulias de televisión como sociólogo nunca dijo nada sobre estos asuntos, seguramente porque le caían lejanos; por eso probablemente ha sido puesto ahí, para que no le repugne tomar las medidas que está tomando, para que discrimine a los alumnos por sexto y a los centros según se trate de religiosos, privados o públicos; porque si fuese alguien relacionado minimamente con el mundo de la docencia le respugnarían esas medidas, a no ser que la capacidad de soportar el asco haya superado ya todos los humbrales. Una miseria.

L. de Guereñu Polán.

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