martes, 4 de septiembre de 2012

El caso de José Gallego


El bueno de José Gallego, un hombre de 72 años, se ha dedicado a tachar las placas e inscripciones alusivas a las ofensas cometidas por los vendedores en la guerra civil española así como durante la dictadura. Considerando que hay una ley de la Memoria Histórica, quiso dar cumplimiento a la misma ante el incumplimiento por parte del Gobierno. Este dice que no hay que remover el pasado, que los que sufrieron ya no sufren, que los muertos al hoyo, que es perder el tiempo excavar en las cunetas y llamar a las conciencias. 

Pero José Gallego y millones de españoles no estamos de acuerdo. ¿Que es eso de "muertos por Dios y por España" en los muros de las iglesias, símbolos fascistas en los edificios públicos, inscripciones alusivas a la gloria de los vencedores y a la traición de los vencidos? Un Gobierno que no condena las dictaduras está cerca de ellas, y si no pone en práctica sus fórmulas es porque un país que ha aprobado una Constitución no se lo permite.El actual Gobierno todavía no ha condenado la dictadura franquista y es comprensible, aunque no deseable: comprensible porque algunos de los que ahora gobiernan son los nietos ideológicos de aquellos criminales.

Estoy a la espera de ver cuantos "José Gallego" surgen y me dispongo a seguirle en el empeño; asumiendo las consecuencias, pues sé bien que no somos las personas individualmente las que hemos de borrar los símbolos ofensivos para millones de españoles, pero si no hay más remedio... Por eso es justo que las personas se rebelen ruidosamente contra las injusticias y es asumible que las fuerzas del orden corrijan los desmanes. Comprender esto es elemental. 

José Gallego no cometió desmán alguno: nos ha dado un ejemplo de dignidad, de sentido de la justicia y de humildad, pues no avisó a nadie para emprender su homérica campaña. Le sorprendieron los guardias cuando estaba dedicado a tan noble tarea. 

L. de Guereñu Polán.

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