viernes, 28 de septiembre de 2012

Las secesiones

El intento de secesión de los estados sureños de Estados Unidos llevó a una guerra en el siglo XIX. En Europa se han producido secesiones, pero siempre, salvo un caso, mediando el desmoronamiento del Estado, cosa que no se da en España. Eslovaquia se separó de la República Checa en el marco del derrumbe del sistema comunista en dichos territorios, pero Checoslovaquia había nacido como estado en 1918, mientras que España lleva cinco siglos existiendo como tal, con todas las dificultades que se quieran, y los diversos reinos hispanos habían colaborado entre sí contra un enemigo común en la mentalidad de la época: el islam. 

Los estados bálticos se separaron de Rusia en el contexto del rompimiento del estado soviético, como así mismo los países del Turquestán, Bielorrusia, Ucrania y los países del Cáucaso. Además, en estos casos, existían situaciones contra natura: países de tradición musulmana sometidos por el centralismo moscovita, países que habían sufrido el genocidio estalinista como Ucrania, países donde existía un claro sentimiento antirruso y anticomunista, que aprovechan una situación revolucionaria para separarse. 

Eslovenia, Croacia, Kosovo, Bosnia, Montenegro, se han separado entre sí y de Serbia, cuando antes formaban parte del estado yugoslavo, otro creado en 1918 tras la primera guerra mundial que no puede compararse al caso de España. El único elemento agltutinador en esos territorios era la figura del mariscal Tito, con su ejército y su burocracia; como el único elemento agultinador en el caso de los estados secesionados de Rusia era el régimen comunista impuesto a la fuerza. Las guerras y las masacres balcánicas sufridas no creo que sean el mejor ejemplo para España.

Escocia goza de un régimen de autonomía administrada por el Partido Nacional Escocés en minoría, pero dicha autonomía es inferior a la que tiene Cataluña. El caso de Irlanda es muy particular, porque ocupada la isla por guerreros y terratenientes ingleses en el siglo XII, estuvo explotada por estos hasta el siglo XIX, en el que, al calor del sentimiento romántico y las ansias de libertad, surgieron las luchas que darían una Irlanda libre e independiente en 1921, excepto el territorio del Ulster, de mayoría unionista, protestante y monárquica, es decir, partidaria de depender del Reinio Unido. 

La Constitución española votada por los catalanes, como el resto de los españoles, y uno de cuyos ponentes fue el catalán Roca Junyent, no prevé la secesión de ningún territorio. Para que esto ocurriera tendría que ser por la vía revolucionaria, es decir, mediante el desmoronamiento del Estado y el aprovechamiento de esta situación por parte de los secesionistas, que están en su derecho de serlo, aunque están obligados, como los demás, a cumplir la ley. Otra alternativa sería que los partidos secesionistas siguieran insistiendo en la necesidad de la independencia catalana, que al cabo de los años una coyuntura históricoa y/o política hiciese ver al Gobierno español y al conjunto de la población que fuera necesario dar una respuesta política a esa supuesta demanda creciente de independencia, y se procediera a un cambio en la Constitución que prevea la secesión, la forma en la que esta se ha de producir y demás condiciones. Nada de esto se da en la actualidad, España no está en un proceso revolucionario (muy al contrario, está en un proceso reaccionario alimentado por CiU y el PP) y el Estado no da muestras de desmoronamiento; más bien da muestras de una total falta de solidaridad entre clases: las más poderosas se creen dueñas del país mientras las más humildes pagan las consecuencias de una crisis económica que no han provocado. 

L. de Guereñu Polán.

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