jueves, 13 de septiembre de 2012

Mientras tanto

Los socios
Mientras el obrero fabricaba o construía, el profesor daba sus clases, el médico atendía a sus pacientes, el funcionario estudiaba expedientes, el hostelero cocinaba, y cada vecino de este país trabajaba y contribuía a la riqueza nacional, el yerno del rey, porque como tal actuaba, se dedicaba a enriquecerse ilícita e ilegalmente, aunque sobre esto último se pronunciarán los tribunales. No tendrá buena conciencia, porque ya alega que no debe hurgarse en negocios suyos antiguos porque, en el caso de que hubiese cometido delitos, estos habrían prescrito. Se trata, por tanto, de que no se agrande, ante la opinión pública, la catadura del personaje.

No se enriquece con tanta facilidad alguien si no es con el concurso de otros, en primer lugar el expresidente de la Comunidad Autónoma de Baleares, Jaume Matas. Decir que no se podían poner en duda las propuestas del yerno del rey, por lo que no procedía que sus proyectos saliesen a concurso público clama al cielo. No se puede ser más inepto y prevaricador. Pero también de él se encarga la justicia. 

La mansión fuera de todo límite que posee el preboste mallorquín, y que ha querido dejar a buen recaudo para que no se la incaute la justicia, dice mucho de la ilicitud de las actuaciones del personaje. El país necesita sentencias ejemplares, fiscales que no dejen resquicio a investigación alguna, una sociedad que reclame trato igual ante la ley; no valen solo las palabras del Jefe del Estado lamentando lo ocurrido. Es de esperar que el castigo sea ejemplar, porque ya no cuela que haya inocencia alguna en este asunto, y tampoco debe haberla en una de las hijas del rey, que no podía ignorar las maniobras de su esposo y su enriquecimiento rápido (de ambos). Callarse ya no vale: debe salirse a la palestra pública y -con todas las recomendacciones legales que se quieran- explicar en que medida se sienten uno y otro responsables de lo mucho que se les acusa. 

L. de Guereñu Polán.


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