martes, 11 de septiembre de 2012

No veo paridad

Leo que entre los cinco primeros candidatos de cada provincia de Galicia, el Partido Socialista ha puesto más varones que mujeres (3/5 en favor de aquellos). Si no se da la paridad cuantitativa tampoco se da la cualitativa, pues solo una mujer encabeza la candidatura (en la provincia de Lugo). ¿Como es posible incumplir las propias normas, las que uno se ha dado a sí mismo? Pues porque dichas normas no tienen sentido y, al querer cumplirlas, se ve la imposibilidad de hacerlo.

Yo comprendo que lo de la paridad se haya inventado para favorecer a determinadas personas en este o aquel momento; también acepto que ha servido para animar a los varones a tener más en cuenta a sus compañeras, pero de eso a que haya que cumplir con una paridad absoluta va un abismo. En primer lugar parece más razonable tener en cuenta la honestidad, la capacidad y la veteranía, es decir, la experiencia, cuando se trata de candidaturas. El sexo, como el ser calvo, o cojo, o delgado, es lo de menos. La situación anterior a la famosa paridad (que no se cumple) no era admisible, no había calado la sensibilidad hacia el papel que la mujer debe jugar en la política, pero como ciudadano quiero que me representen mujeres socialistas en tanto que capaces, honradas y expertas, no en tanto que mujeres. Exactamente igual que los hombres. 

Cosas como estas han llevado demasiadas energías en el reciente pasado, cuando de lo que se trataba en ocasiones (y se veía de lejos) era favorecer a una candidata en detrimento de otro u otra. Cuando en los partidos (a mí el que me importa es el socialista) se gasten menos energías en estas cuestiones y más en los problemas reales que afectan a los ciudadanos, habremos dado un paso de gigante. También habremos dado un paso de gigante cuando ningún candidato o militante se crea con el derecho a poner en riesgo la unidad de acción del Partido Socialista por "situar" a sus fieles en una determinada candidatura, de lo que el caso de la provincia de A Coruña, ahora, es paradigma.

L. de Guereñu Polán

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