sábado, 20 de octubre de 2012

Bestia extraña

Edificio Chrysler
Recientemente han puesto por la televisión una de las versiones de Godzilla, película norteamericana inspirada en otra japonesa de 1954 y que tenía más o menos el mismo título. Había oído hablar de esta película pero nunca la había visto. Lo más interesante está en la primera media hora: un monstruo extraño sale de las aguas, asusta de forma espantosa a unos pescadores y se adentra por las calles de Nueva Jersey: rompe edificios, destruye autopistas, pisotea los coches en las calles, asombra a unos y a otros, coge en plena campaña electoral al alcalde prometiendo seguridad; el monstruo, que tiene aspecto de un gran dinosaurio más o menos transformado, es de dimensiones descomunales, de forma que supera con mucho los más emblemáticos rascacielos de Manhatan. Todavía aparecen en la película las torres gemelas y me gustaría saber si la visión de la misma pudo haber inspirado a los organizadores del atentado de 2001 en Estados Unidos.

Los señorones en sus coches de "alta gama" van sonrientes en sus asientos mientras no saben que el monstruo les va a aplastar con un solo dedo; la ciudad tiembla, los edificios se derrumban con el solo coleteo del monstruo; Godzilla observa y avanza, la gente corre despavorida; los banqueros que todavía no están advertidos hacen sus últimas especulaciones, torpes y sin saber que nada de lo que digan valdrá dentro de unos segundos. Los periodistas dan noticias contradicctorias, las autoridades están bloqueadas, el ejército y la policía se ponen manos a la obra, pero no hay armas capaces de combatir al monstruo, que sigue avanzando y destruyendo la ciudad. Los helicópteros lanzan sus proyectiles contra el monumental cuerpo que ni se inmuta. Ahora el monstruo se detiene ante un insignificante periodista que quiere filmar la exclusiva, quedando entre dos de sus grandes garras indemne. 

Toda la civilización occidental, que simboliza la ciudad estadounidense, se viene abajo, está amenazada al menos, mientras que un monstruo nacido en la cabeza de algún japonés tras el bombardeo de su país con la tecnología atómica, sigue avanzando y destruyendo. Los especuladores, que esperan recoger su cosecha de atracos "legales" al día siguiente huyen despavoridos, los usureros se esconden, los que quieren escapar no pueden, los bancos cierran ante el terror de los clientes, las grandes corporaciones industriales van a ser destruidas... Toda una metáfora que luego se complica por otros derroteros que aquí no nos interesan. 

Godzilla es hoy solo una película y un monstruo, pero nuestra civilización, en la dirección que se encuentra corre serios riesgos: no de que la destruya un monstruo extraño, sino de destruirse a sí misma. 

L. de Guereñu Polán.

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