jueves, 4 de octubre de 2012

¿El fin de la Unión Europea?

En la medida en que la Unión Europea es un mercado no parece que vaya a desaparecer porque los intereses económicos primarán siempre; incluso hay una moneda común que sostienen la mayor parte de los países de la Unión, pero el déficit democrático e institucional, de liderazgo y de ideas es de tal calibre que es de temer que la Unión Europea desaparezca en un plazo indeterminado o se quede en un mero mercado común como ya lo fue en los años sesenta y setenta.

En primer lugar el Parlamento Europeo, que es la institución más representativa de la Unión, ni pincha ni corta en los graves problemas que tienen los diversos Estados y sus ciudadanos. Elegimos cada cinco años a unos diputados que no tienen relevancia alguna a la hora de decidir lo que se debe hacer con el euro, con Grecia, con España, con la prepotencia alemana, con la banca privada, con el Banco Central Europeo, con las relaciones económicas internacionales... ¿Por que España ha de pagar unos 40.000 millones de euros a sus acreedores por los intereses de la deuda pública, altos intereses de dicha deuda que se deben a la especulación de los mercados (bancos), mientras el Banco Central Europeo no cumple con la función para la que se supone existe: comprar deuda española a bajo interés para ayudar a nuestra economía y, por lo tanto, a los ciudadanos? Ya sé que los bancos privados alemanes se oponen a que el Banco Central Europeo cumpla dicha misión, porque cuando se creó lo hizo a imagen y semejanza de los intereses bancarios alemanes, a cambio de que Alemania fuese el pais que más contribuyese a la marcha de la Unión. 

La Comisión Europea, presidida por el señor Durâo Barroso, no es más que un órgano de consulta al que se le hace caso o no según interese al Consejo. El Consejo, con un Presidente permanente, no llega a tener un poder que llegue al tobillo de la canciller más poderosa de Europa, la alemana. Sin verdadero Gobierno europeo, sin verdadero Banco Central europeo, sin verdadero Parlamento europeo, lo único que nos queda es un Tribunal de Justicia que, obviamente, entiende casos en última instancia, así como un mercado que es lo que funciona pero para beneficio de banqueros, especuladores y poderes fácticos, no democráticos porque no han sido elegidos. 

Un europeo medio, un finlandés, un español o un griego, no tienen nada que hacer ante el poder acumulado por las grandes corporaciones financieras, entroncadas en sus intereses con las grandes corporaciones mundiales; las instituciones europeas comunes a los paises miembros no están cumpliendo la función para la que fueron pensadas, sencillamente porque el poder que se reservan los estados (Alemania, Francia, Reino Unido...) es mayor que el que se ha cedido a las instituciones comunes. El Reino Unido no tiene una política exterior común con el resto de la U.E., sino que tiene una política exterior acorde con la de Estados Unidos, lo que se explica históricamente, pero no es de recibo en términos de construcción de la Unión Europea. Su renuncia al euro lo debilita, porque la economía británica es una de las más poderosas de la Unión. Esta se ha hecho a la carta en algunos casos, pero en otros se imponen a los países menos poderosos medidas draconianas, agravadas por el hecho de que hoy la Unión Europea está en manos de conservadores o de socialsitas que tienen de esto lo que un zar de demócrata. 

¿No hay un grupo determinado de diputados europeos, de la misma o de distintas ideologías, que salga a la palestra pública y publique, diga, exija, se oponga, hable, recorra Europa diciendo que si el Parlamento como tal no está dipuesto a cumplir con su importante labor, ellos lo denunciarán a voz en grito y sin desmayo? Parece que no existe tal grupo de diputados dispuestos a esto o a algo parecido. Se está mejor de espectador, mientras las sociedades europeas sufren las consecuencias de políticas dictadas por los grandes intereses económicos mundiales. 

L. de Guereñu Polán.

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