jueves, 18 de octubre de 2012

Gobernar al dictado



Es curioso que la mayor parte de Europa esté ahora condicionada por los intereses del Gobierno y la banca alemanas (un gobierno conservador) cuando en los años veinte del siglo pasado el que Alemania fuese gobernada al dictado de los países vencedores de la primera guerra mundial contribuyó de forma decisiva al avance de las ideas nacionalsocialistas. 

Muchos historiadores están de acuerdo en considerar que el referéndum sobre el Plan Young jugó un papel importante en la expansión del nacismo. Téngase en cuenta que dicho plan se formuló para liquidar las reparaciones de guerra alemanas (entre 1929 y 1930). Presentado por el estadounidense Owen D. Young, siguió al Plan Dawes (1924). Con el primero Alemania liquidó su deuda en 1988 (RFA entonces). El Parlamento alemán sometió a referéndum la aceptación de Plan, caldo de cultivo para que los nazis presentasen a la República de Weimar como sometida a los dictados exteriores. 

De ello parece no haber sido consciente el entonces presidente del Partido Popular alemán, Alfred Hugenberg, vinculado a las empresas Krupp que terminarían colaborando con y beneficiándose de la política de Hitler. Hugenberg fue diputado del Parlamento alemán hasta el fin de la República de Weimar, pero ello no le impidió colaborar con Hitler a final de dicho régimen y luego sería con él ministro de Economía y Agricultura. Durante su etapa como diputado y luego como ministro, sirvió a los intereses del gran capital alemán. 

Ahora es España -en un contexto histórico muy distinto- quien está, junto con otros países europeos, al diktat de la política alemana y de su banca. ¿En que medida esto puede reavivar, en el seno del propio Partido Popular español, un nacionalismo al que no ha renunciado nunca? Al fin y al cabo seguir la política del conservador gobierno alemán es perjudicial para los intereses de España, al menos en cuanto a los intereses de la mayoría de la población, aunque pueda dar resultado macroeconómicamente a medio plazo (lo que no admiten muchos economistas y otros sí). 

Por eso uno de los papeles de la izquierda en España es denunciar esta política que no consiste sino en seguir lo que se decide en Alemania, sin alternativa propia, sin pactar nada con otras fuerzas nacionales que están interesadas en sacar de la miseria a parte de la población y de la pérdida de bienestar a otra parte. En mi opinión el Partido Socialista debiera tener una política enérgica en esta materia, como la intentó el exprimer ministro Papandreu aunque luego claudicó ante las terribles presiones que debió soportar. Recuérdese que quiso convocar un referéndum para ver si la población griega legitimaba la política de recortes sociales. 

El Partido Socialista, en España, no está en condiciones de convocar un referéndum, obviamente, pero sí de liderar la oposición frontal al segiudismo que el Gobierno hace de las directrices alemanas, y explotar que los dos partidos gobernantes (en España y Alemania) son de la misma familia ideológica (al menos en teoría). Contaría con el apoyo de los sindicatos, de las ONG, de organizaciones cívicas que están en la calle, de otros partidos que están rentabilizando -al parecer- el marasmo en que se encuentra el Partido Socialista, entretenido en alguna de las regiones en veleidades identitarias y otras gaitas.

L de Guereñu Polán. 

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