sábado, 6 de octubre de 2012

La desideologización de Galicia (y de España)


Tengo la impresión de que una de las razones de que la izquierda esté de capa caída en Galicia, en España y, en general en Europa, es la desideologización que ha sufrido la sociedad en las últimas décadas. En los años setenta y ochenta se hablaba de los diversos intereses de clase, de forma que cualquier persona minimamente informada sabía que en un país no todas las personas persiguen los mismos ideales ni tienen los mismos intereses. Todavía se tenía una idea bastante clara de lo que había representado el Partido Socialista y otros de izquierda en la historia de la dictadura franquista, durante la II República, incluso antes. Se tenía muy presente el papel que había jugado el movimiento obrero en las conquistas sociales. 

No sé si hoy se enseña a los afiliados en los sindicatos de clase lo que representa dicha afiliación y el compromiso que comporta, más allá de los servicios que se reciban; no sé si en el Partido Socialista y otros de izquierda se habla y se discute sobre la nueva estructura de clases en el mundo, sobre lo que implica la inmigración y la defensa que se debe hacer de los inmigrantes, de lo que representa el "cuarto mundo" además del tercero, de las diferencias éticas sustanciales entre la derecha y la izquierda; de como está estructurada la economía mundial, de cómo los dirigentes conservadores están con frecuencia involucrados en grandes intereses económicos que hacen compatibles con su participación en la vida política. 

Hasta los años ochenta pasados los partidos de izquierda tenían secretarios de formación que organizaban conferencias, públicas y cerradas, para que el debate mantuviese siempre viva la llama de la militancia y el recuerdo de los que nos precedieron en la lucha por la igualdad, la solidaridad y el reparto de la riqueza; no sé si ahora ocurre lo mismo. Yo noto un gran despiste entre la gente con la que me rodeo (de la enseñanza, en mi barrio, en los foros donde participo). En las tertulias de la televisión representantes del PP y del Partido Socialista hablan como si de partidos simétricos se tratase. No: uno es un conglomerado de intereses para conservar el estado de cosas desigual; los partidos socialistas debieran ser y presentarse ante la sociedad como organizaciones radicalmente enfrentadas a los graves problemas que padece el mundo: hambre, migraciones, despilfarro, "pelotazos" económicos, agresión al medio ambiente, ambiciones desmedidas, sistema económico injusto. No escucho desde hace mucho que un representante de la izquierda diga, por ejemplo, en un programa de televisión, a un representante de la derecha: "¿como es usted tan reaccionario? ¿como no tiene usted vergüenza de defender posiciones tan injustas? ¿como se presenta usted en nombre de esas idesas improvisadas que no hacen otra cosa que repetir lo que han inventado los grandes dueños del dinero?

Claro que para que volviésemos a una sociedad ideologizada se tendría que dar un gran cambio en los partidos de izquierda, que teóricamente son los interesados en que la ideología vuelva a estar en el primer plano de la vida nacional e internacional. Hay hoy una "masa neutra" de la que hablara hace tiempo Antonio Maura que no tiene claro lo que es la izquierda y lo que es la derecha, y las concibe como dos opciones que deben turnarse en el gobierno para que haya equilibrio. De ahí los grandes descensos electorales en los partidos de izquierda; de ahí la permanencia durante años y años de la derecha en el gobierno de Galicia, por ejemplo. 

Cuando se vuelva a recorrer el país con las manos llenas de propuestas comprometidas, cuando las luchas internas por esta o aquella miseria desaparezcan, cuando se hayan ido los que más estorban a la labor militante, quizá hayamos salido de aquella descripción que hiciera el recientemente fallecido Gómez Llorente sobre la España de 1914 y que cuadra tan bien a la actual: Cuando la corrupción pasa a ser uno de los ingredientes básicos del sistema no se deberá solo a la venalidad de políticos inmorales. Ocurría que a falta de ningún proyecto serio de transformar el país, y dedicados los gobiernos simplemente a mal administrar puestos, a repartir cargos, en la pequeñez del mísero reparto no surgían sino desavenencia y envidias. Solo se puede movilizar a un grupo de hombres honestos cuando se trata de realizar una empresa valiosa, cuyo atractivo y cuyo esfuerzo mantenga de por sí la honrada disposición para gobernar. Habiendo renunciado a acometer la alta  empresa de transformar el país, no hubo divisiones dentro de los patidos del régimen por grandes móviles ideológicos, sino por personalismos (1). El subrayado es mío.

¡Que actuales suenan estas palabras!
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(1) "Aproximación a la historia del Socialismo Español", 1972.

L. de Guereñu Polán.

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