jueves, 1 de noviembre de 2012

El caso Rubalcaba

Hace tan solo unos meses que ha sido elegido Secretario General del Partido Socialista en buena lid y sin tacha. La otra candidata procedía también, como él, del Gobierno socialista que no supo afrontar los muchos problemas que tiene España. Por lo tanto, si hubiese sido elegida, la misma carga o herencia tendría que el señor Rubalcaba. Además, este y aquella no son responsables de las carteras económicas y sociales que sí tenían que haber hecho frente a los problemas que padecen los españoles. El señor Rubalcaba y la señora Chacón dirigían los ministerios de Interior y Defensa, cumpliendo limpiamente con sus misiones, manteniéndose firme el primero -junto con todo el Gobierno- ante ETA y los deseos vengativos de la derecha, apoyando a las víctimas del terrorismo, combatiendo la delincuencia, preservando el orden público sin recurrir a acciones policiales reprobables (como sí ocurre ahora). ¿Que se diría de un ministro del Interior que se entrometiese en temas económicos? ¿No estaba demasiado atareado con la lucha contra el terrorismo, combatiendo el contrabando, potegiendo a los inmigrantes, colaborando con otros países en la lucha contra la delincuencia de "cuello blanco"? No; el señor Rubalcaba ha heredado una pesada herencia, pero no es él el responsable de la misma, aunque la ciudadanía pueda verle como tal.

Otra cosa es la impenitente manía que hay en los partidos políticos españoles -y en el socialista particularmente- de querer exigir responsabilidades enseguida. Es cierto que los socialistas no han reaccionado a la derrota de hace un año y a las demás que han venido. Es cierto que la actividad parlamentaria parece no ofrecer datos para el optimismo, pero tiempo al tiempo: el señor Rubalcaba y sus colaboradores saben que no pueden hacer ahora una oposición frontal al Gobierno porque carecerían de credibilidad. Han de ofrecer soluciones a cada uno de los grandes problemas que tiene el país y la oposición dura tendrá que venir algo más tarde, incrementándose a medida que las propuestas socialistas vayan siendo derrotadas en el Parlamento. 

Entre tanto la dirección socialista debe dar instrucciones (ignoro si lo está haciendo) para recomponer a la militancia en las tareas que le son propias: estar con la gente, escuchar, proponer, ir a los sitios donde se sufre, cumplir una misión de ONG si hace falta, canalizar las protestas justas de los ciudadanos, reconocer errores, decir que queremos buscar un nuevo camino acorde con las imperecederas ideas de solidaridad, justicia e igualdad que ha defendido el socialismo siempre. Y denunciar un sistema que es injusto por su propia naturaleza, aunque sea "políticamente incorrecto". La dirección debe hablar (ignoro si lo está haciendo) con otros partidos socialistas, con los sindicatos de trabajadores, con todos los movimientos cívicos a quienes se debe tender la mano y esperar que no la reciban... por ahora. 

No es el señor Rubalcaba el problema: es una legislatura perdida, es una crisis general del socialismo en Europa, que se ha dejado arrastrar por las ideas liberales dominantes desde hace décadas (como ha dicho aquí mismo un colaborador habitual y sindicalista bien informado), es incluso ese grupito de inquietos y ambiciosillos que siempre existen los que tienen la culpa de que no haya la calma necesaria para trabajar. Cuando de trabajar se trata, no de salir en los periódicos y en la televisión a lanzar órdagos. Hay mil políticas en las que pensar para dar soluciones imaginativas y justas: en materia de vivienda, de justicia, de educación, de sanidad, de economía, de derechos humanos, de reparto de la riqueza, de trabajo en la base de la sociedad... Estoy seguro de que poco discrepará el señor Rubalcaba de estas palabras.

L. de Guereñu Polán.

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