Cada vez que ocurre una tragedia, generalmente en Estados Unidos, donde
un trastornado o un asesino mata a diestro y siniestro a niños y
adultos en una escuela, vuelve el debate sobre el permiso de armas. Una
sociedad que se formó tras la independencia de Gran Bretaña, luego se
empeñó en colonizar las tierras que condudían al Pacífico. Para ello se
necesitaron armas: incluso no era posible poblar una enorme pradera,
aislada de todo, sin un arma con la que defenderse de forajidos o
indígenas desplazados. Pero esto ya no vale ahora. Hace más de un siglo
que Estados Unidos no tiene que avanzar hacia ningún lado en sus
confines.
El problema ahora está en decidir si se sigue la
filosofía de los que desean una sociedad pacífica, humanista, sin armas;
o los que desean una sociedad xenófoba, reaccionaria, violenta y
bravucona. En la América profunda (me refiero a Estados Unidos) abundan
los que añoran el Ku Klux Klan, los que añoran el "lejano oeste", los
que sueñan son ser sheriffs de su pueblo, aunque nadie se lo haya
encargado.
Hay otra sociedad estadounidense que está por la
integración, por la hermandad, por la solidaridad, por el mestizaje que
caracteriza a su cultura. Esto es odiado por no pocos (aunque creo que
minoría) de los ciudadanos de aquel país.
Parece que las armas
del asesino de Newtown eran de su madre. ¿Que hacía una maestra con
armas? ¿No es su otro su oficio? Además el estado donde se encuentra la
población citada está en la zona más "europea" del país, en el
nordeste... Casi treinta personas (la mayoría niños) han sido víctimas
de un malvado, loco y asesino. Que ese país se lo piense, porque van más
de 10.000 personas muertas por arma de fuego en el presente año...
Muchas más que las víctimas del 11-S (y toda persona bien itencionada,
me entenderá correctamente).
L. de Guereñu Polán.
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