jueves, 20 de diciembre de 2012

El cazador de elefantes

La monarquía es una institución ciertamente curiosa. En primer lugar los reyes suelen ser ungidos por un obispo o papa, con lo que no casa muy bien con un estado aconfesional o laico, que es lo moderno, no lo rancio y feudal. En segundo lugar la monarquía puede consagrar como rey a un inepto, aunque también puede haber ineptos entre presidentes republicanos, lo que pasa es que en este caso es menos probable, pues la elección se hace por un cuerpo más o menos amplio de ciudadanos y se suele elegir a alguien con cierto prestigio. En el caso del rey hay que seguir con él hasta que se muera, pues no cuadra a la estabilidad del país sustituir reyes continuamente.

La monarquía, una vez que no tiene verdaderos poderes constituyentes, es anacrónica, pues su sola firma no hace que entren en vigor las leyes, sino la del ministro correspondiente. Los reyes no son responsables, lo que convendría deslindar en las Constituciones: la española no lo hace, de forma que la "irresponsabilidad" del rey parece extenderse tanto a los asuntos de Estado como a los privados, por lo que podríamos tener a un rey incurso en un delito y que echase mano de tal precepto constitucional (en el caso de España, el art. 56.3).

Luego está el tema de la prole: los descendientes de un presidente republicano son anónimos en la mayor parte de los casos, tienen sus profesiones al margen del papá, por la sencilla razón de que este pude dejar de ser presidente en cualquier momento. Los hijos, nueras, yernos, primos, nietos, bisnietos de un rey, o de una reina, están en la nómina del Estado; han de ser amparados ante cualquier peligro, significan un gasto y llevan aparejados una serie de títulos obsoletos como el de infante, príncipe y otras milongas.

Yo no estoy ahora mostrándome hostil a una monarquía en concreto, sino a la monarquía en abstracto, a la monarquía como institución, que no ha podido ser evitada en España porque cuando el dictador decidió imponerla, la derecha del país quiso mantenerla (estaba el ejército y no el país para riesgos mayores). La izquierda fue prudente en este asunto, por lo que la coyuntura histórica no le ha sido propicia. Ahora estamos así, y parecerá a algunos que hablar de estos asuntos con la que está cayendo no viene a cuento, pero es que la monarquía es mucho aguante para los tiempos modernos.
L. de Guereñu Polán.

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