sábado, 15 de diciembre de 2012

El odio a un partido

Podría referirme a cualquiera, pero particularmente el socialista, por haber tenido muchas responsabilidades de poder, es un blanco perfecto para las críticas más brutales, injustas en muchos casos (precisamente por brutales) que suelen venir de ciertos medios de comunicación (hay una tal "Intereconomía" que se lleva la palma) y de exmilitantes, que decepcionados con razón por los errores y vicios, han salido, escopetados o no, y ahora encuentran como afición preferida la descalificación generalizada. Craso error en mi opinión.
El Partido Socialista, como toda agrupación, es plural, y claro que debe haber personas que no son socialistas en dicho partido (he tenido ocasión de hablar de los "social-liberales" que tanto poder de decisión han tenido en la organización). Pero ¿me van a decir a mí que los miles de militantes que dedican su tiempo y esfuerzo en ayudar sindicalmente, en asociaciones de vecinos, en las campañas elec
torales, en sus trabajos respectivos, en organizaciones de base, en formas societarias diversas, entre las que están las ONG, los que día a día hablan, proponen, se defraudan, se ilusionan de nuevo, son deshonestos o malos socialistas? No puedo admitirlo porque eso sería como echar por tierra la labor altruísta y desinteresada de miles de personas en España. ¿Que partido u organización de cualquier otro tipo no tiene en su seno indeseables?

Al Partido Socialista se le puede y se le debe criticar, pero por medidas concretas con las que no se está de acuerdo y con razones: no con frases estereotipadas que no tienen ningún significado cuando se incluye a todos esos que trabajan día a día por un ideal y que han tenido la mala suerte -como en otros muchos sitios- de tener que compartir con sicarios y oportunistas.

¡Honor a los militantes del Partido Socialista! (y puedo decirlo con más legitimidad porque yo no lo soy). ¡Salud -decía Pablo Iglesias en sus cartas como despedida- a los que por ahí trabajan!.

L. de Guereñu Polán.

EL ODIO A UN PARTIDO

Podría referirme a cualquiera, pero particularmente el socialista, por haber tenido muchas responsabilidades de poder, es un blanco perfecto para las críticas más brutales, injustas en muchos casos (precisamente por brutales) que suelen venir de ciertos medios de comunicación (hay una tal "Intereconomía" que se lleva la palma) y de exmilitantes, que decepcionados con razón por los errores y vicios, han salido, escopetados o no, y ahora encuentran como afición preferida la descalificación generalizada. Craso error en mi opinión.

El Partido Socialista, como toda agrupación, es plural, y claro que debe haber personas que no son socialistas en dicho partido (he tenido ocasión de hablar de los "social-liberales" que tanto poder de decisión han tenido en la organización). Pero ¿me van a decir a mí que los miles de militantes que dedican su tiempo y esfuerzo en ayudar sindicalmente, en asociaciones de vecinos, en las campañas electorales, en sus trabajos respectivos, en organizaciones de base, en formas societarias diversas, entre las que están las ONG, los que día a día hablan, proponen, se defraudan, se ilusionan de nuevo, son deshonestos o malos socialistas? No puedo admitirlo porque eso sería como echar por tierra la labor altruísta y desinteresada de miles de personas en España. ¿Que partido u organización de cualquier otro tipo no tiene en su seno indeseables? 

Al Partido Socialista se le puede y se le debe criticar, pero por medidas concretas con las que no se está de acuerdo y con razones: no con frases estereotipadas que no tienen ningún significado cuando se incluye a todos esos que trabajan día a día por un ideal y que han tenido la mala suerte -como en otros muchos sitios- de tener que compartir con sicarios y oportunistas. 

¡Honor a los militantes del Partido Socialista! (y puedo decirlo con más legitimidad porque yo no lo soy). ¡Salud -decía Pablo Iglesias en sus cartas como despedida- a los que por ahí trabajan!.

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